Tengo recuerdos de infancia asociados al olor a cebada fermentada que despiden las fábricas de cerveza. En Cádiz, donde nací y dí mis primeros pasos, había una vieja fábrica de La Cruz Blanca (Cervezas de Santander tras la fusión con La Austriaca) en lo que allí llaman el Campo del Sur, cuya chimenea despedía un humo blanco producto del proceso de malteado a que es sometido este cereal, que en los días de Poniente se extendía a toda la ciudad. La fábrica -ya modernizada- fue trasladada años después a Extramuros, en la estrechez del istmo, produciéndose el mismo fenómeno pero a la inversa, en este caso empujado por el otro viento dominante, el Levante. El olor a cebada me acompañó años después en Sevilla, con la fábrica de La Cruz del Campo que levantaron en 1903 Roberto y Tomás Osborne Guezala más allá del barrio de Nervión. También en Madrid, con la que hasta hace muy poco poseía la firma Mahou en la ribera derecha del Manzanares e, incluso, en Ciudad de México, donde viví varios años, justamente en las proximidades del Grupo Modelo, que es la cervecera que fabrica la marca Corona y cuyo éxito se debe a un emigrante español del siglo pasado, Pablo Díez. Reconozco que añoro este olor, que ya no se extiende por las ciudades porque la mayoría de las fábricas -muchas de ellas establecidas a principio del siglo XX- han desaparecido o se han mudado a espacios industriales, en el mayor de los casos absorbidas por multinacionales.
Aquellas viejas fábricas disponían de maquinarias centenarias para separar el grano de sus glumas, artesanales hornos de tueste y la correspondiente sala de braceado, con sus filtros y calderas de cobre, que quien mejor las ha plasmado en pintura ha sido la sevillana Fernanda Osborne Medina, nieta de uno de los dos fundadores de La Cruz del Campo y con quien compartí la inauguración de su primera exposición en México, allá por el verano de 1991. Hace tres años, Enrique Torquet, directivo de la firma La Zaragozana, fabricante de la marca Ambar, me invitó a visitar el viejo recinto fabril que esta cervecera -fundada en 1900- comparte con otras instalaciones más modernas dentro del perímetro urbano de la capital aragonesa. Me sorprendió lo que ví porque jamás imaginé que, adentrado ya el Siglo XXI, pudiera existir todavía en España una fábrica de cervezas en activo que mantuviera intacta su maquinaria de origen, así como su primitiva maltería y la correspondiente sala de braceado, esta última con paredes alicatadas de azulejo blanco. Más que un santuario, unas de cuyas reliquias son sus tinas abiertas, lo concebí como una joya que ha llegado milagrosamente a nuestros días, pero fruto también de la apuesta conservacionista de sus propietarios.
El origen de la cerveza es tan remoto que algunos lo situan en el año 4.000 antes de Cristo. Los sumerios ingerían un líquido obtenido de la fermentación de los granos de trigo. Pero fueron los egipcios quienes lo perfeccionaron, añadiéndole otros ingredientes, como el lúpulo. También fue bebida de griegos y romanos. En la Edad Media empezó a propagarse en Europa, fundamentalmente desde los monasterios. Y entre los siglos XIV y XVI nacen las primeras fábricas en Alemania y, en particular, en Baviera, donde llegó a gozar de disposición ducal para garantizar su pureza. En España llegó a consumirse con antelación a la invasión árabe. Fue bebida romana, pero también de pueblos anteriores, como los celtas. Al emperador Carlos I se debe su reimplantación, habilitando en el monasterio de Yuste una pequeña fábrica que puso en manos de sus monjes. En 1876 el alsaciano August Kuentzmann Damm monta en Barcelona una cervecera artesanal. Es el origen de la fábrica Damm, que ya en 1910 tomó forma industrial siguiendo los pasos de otras grandes factorías españolas como Mahou, La Cruz del Campo y El Águila. Curiosamente, en la República Checa e Irlanda -donde se ubica la fábrica Guiness- se bebe más cerveza que en Alemania. En España se consumieron 52 millones de litros en 2008, un 6% menos que el año anterior. Esto representa un promedio de 59 litros de cerveza por cada español al año.
Me acabas de recordar el olor dulzón que durante varios años, cada mañana cuando abría la ventana de mi habitación, me impregnaba. Yo vivía al lado de la fabrica Dam en Barcelona, era un edificio de ladrillo rojo, que creo que ya no funciona como cervecera, pero el edificio aun está y es muy bonito.
Recuerdo, en Madrid, la antigua fábrica de Mahou, cerca de la glorieta de Pirámides. El olor lo impregnaba todo. Y también tengo en la retina la vieja fábrica de El Aguila y sus chimeneas, que veía al entrar o salir de Madrid por la actual A-1.
Con el calorcito que tenemos y tu artículo, ADIVINA, donde voy a ir en un rato a tomar mi cervecita ó cervecitas a Cal Quimet, por si os interesa, tiene una selección de cervezas de todo el mundo y unas tapitas buenisimas, por si alguien quiere ir está en la calle donde nació Serrat , Poeta Cabanyes del Paralelo de Barcelona.
Desde mi infancia hasta hoy dia, el olor a cebada persiste en mi vida, ya que de niña me gustaba acompañar a mi i abuelo (payes) en Julio/agosto cuando se segaba y trillaba a mano primero la cebada y después el trigo, el calor, el polvo de las tierras secas y el olor que desprendian los cereales al ser cortados, es indescriptible.
Como cada verano voy al pueblo de mis abuelos y padres a ver como se realiza la cosecha de cereales.Hoy día con la maquinaria que se utiliza, la labor que antes duraba un mes, hoy se hace en un día pero el olor sigue siendo el mismo, intenso que penetra por todo tu cuerpo.
No es lo mismo; antes los payeses con sus mulas y utensilios para segar y trillar,cantaban y bebian agua del cántaro y se ayudaban unos con otros; en la actualidad la maquinaria es sofisticadisima con aire acondicionado y los cantos han sido sustituidos por CD.
Tampoco es el mismo el olor que la cebada desprende cuando es cortada en el campo que el olor que desprenden las fábricas de cerveza, pero si que es igualmente penetrante.
Desde que en 1851, Luis Moritz procedente de su Alsacia natal, se estableció en Barcelona la cerveza Moritz ha sido la cerveza de BARCELONA., En 1978 tuvo que cerrar la fabrica por culpa de la crisis del petróleo, pero ahora y a pesar de la crisis feroz que estamos padeciendo y de la cantidad de empresas que vemos como diariamente echan el cierre, Moritz ha resurgido y con fuerza la cerveza de Barcelona, se distribuye a 15 países.
Cuando llegas a Barcelona en avión al salir del aeropuerto del Prat (T2) estan los istmos (tanques de cerveza como si fueran supositorios de gran tamaño) de la fábrica de cervezas DAMM, también en Barcelona cerca de Sta. Coloma existe otra parte de la empresa Cervezas DAMM. No he tenido nunca la ocasión de poder ole este aroma que tambien nos describes, la cebada, pero me gustaria.
A mi no me gusta la cerveza, pero reconozco que cuando la gente la toma con una copa grande y muy fresquita con un poquito de espuma entran ganas de beberla. Cuando era pequeña en la fabrica de mis abuelos hacia mucho calor, ya que habian hornos de fundición, recuerdo comentarios de mi abuelo en los que decia, que alguno de los trabajadores se habia llegado a beber quince cervezas en un día.
Me has hecho volver a la infancia, cuando el padre de Fernanda nos daba un vaso de cerveza cuando nos costaba trabajo mantenerlo en equilibrio sin que se cayera el líquido dorado. Gracias
En cuanto termine de leer tua recuerdos, me fui y me prepare una michelada muy fresca y me sente nuevamente frente al ordenador, y aqui estoy leyendo nuevamente , tus añorados olores. Es increible como hiciste volar mi imaginacion y ver los humos blancos aproximandose a ti y quedandose en tus recuerdos. y, si… hoy he aprendido algo nuevo gracias .
Hace tres años visite Baviera y acabo de recordar una visita que hicimos a la cervecería mas antigua del mundo Weihenstephan , a 50 Km de Munich, hoy es la Facultad Cervecera de Munich. Casi todos los cerveceros de Europa pasan un año en esta facultad para ser iniciados en el arte cervecero de los bávaros.
No se si conocéis el Vaso de Oro, es una cervecería que tiene una barra larga y estrecha esta en la Barceloneta y os aseguro que tiran la cerveza como en ningún sitio, la casa Damm les prepara una especial y exclusiva para ellos, las tapas están buenisimas, sobre todo recomiendo las patatas bravas y el solomillo con foie.
Es increible como nos transportas en el tiempo, y nos llevas a vivir todo lo que tu has vivido, esos recuerdos que se evocan en mi memoria cada vez que leo el blog.
Añoro mi país, Colombia que tiene un sin fin de olores, el cacao, el cafe, su gente alegre, con problemas pero siempre con una sonrisa en la cara.
Gracias por tus recuerdos y enseñarnos a través de tu blog
Siempre me sorprende como guardas en tus recuerdos tantas vivencias , sensaciones, olores, colores y de que forma tan bonita nos lo transmites . Consigues que estas sensaciones que tenemos a veces dormidas despierten y nos recuerden cosas vividas y dulces olores como el de la cebada.
Fernando, te espero en invierno con la correspondencia, en términos de bebida.
No soy más que cervecera ocasional, pero he sentido sed. Y mi imaginación se ha deleitado con los olores. Una bella referencia a algo tan cotidiano que no parece ser digno de despertar especiales sensibilidades.
Que se te ocurre para invierno? Se me hace la boca agua.
59 litros al año significan 1litro y algo a la semana, no demasiado si tenemos en cuenta la cultura de muchas de nuestras regiones, no así en la que vivo, de tomar las cerveza al mediodia, donde las rondas se suceden entre amigos y las tapas te ayudan a pasar los tragos fresquitos, una buena forma de hacer tertulias, discutir de futbol , de politica o de contar unos buenos chistes…… en ciudades grandes está cultura no está muy arraigada, por lo menos en la que yo vivo, se convierte más en una costumbre de fin de semana, pero siempre hay un pequeño nucleo de población emigrante principalmente, que se resiste a olvidarla y cada día hace el recorrido por las tascas, bares …. de su barrio intentando mantener ese promedio.
Gracias por tus artículos, apoyo a los comentaristas que opinan que deberías plantearte seriamente escribir un libro.
Aunque no tengo recuerdos directos sobre fábricas de cervezas, sí soy un defensor a ultranza de La Cruz del Campo y su sabor, que no de cualquier otra cerveza. Le he encontrado similitudes con la Sagres y la Super Bock portuguesas, más que con otras firmas nacionales e internacionales, negras, tostadas o semitostadas. Te agradezco la lección sobre el proceso de elaboración porque, en esta sociedad dicotómica parece que uno debe ser del Barça o del Madrid, de derechas (que suelen ser del Madrid por amplia mayoría según una encuesta de la semana pasada publicada quizás en El País) o de izquierdas (un 60% de los aficionados culés), de un diario o de otro, parece que en la última década me he ‘decantado’ , nunca mejor dicho, por el vino, esmerándome más por conocer sus procesos de elaboración y diferencias y he desdeñado un poco la cerveza, aún estando, casi seguro, por encima de los 60 litros de consumo anuales, sobre todo en verano. A mí me recuerda a la pasión que mi padre posee por ella, al que nunca le falla su caña sobre la mesa en los almuerzos estivales desde que le recuerdo y cómo, en uno de los pocos gestos públicamente amorosos que han tenido siempre, la comparte con mi madre, a la que le dice: ¡toma sinforosa¡ Qué bonito. No sé lo que significa pero es muy cariñoso.
Me llama la atención, Fernando, las casualidades que te han llevado a vivir junto a varias fábricas de cerveza en tu vida pero no me hago una idea exacta de cuál es el olor que desprenden.
También me alegro mucho de que en esta época tengamos el privilegio de disfrutar este preciado zumo de cebada bien frío, y no como los pobres sumerios, egipcios, Carlos V o el propio Damm. Más aún cuando ahí fuera, en el mundo exterior, nos azota Lorenzo con 44 grados. Ayer, salía de una galería de arte en pleno centro de Sevilla cuando me abrasó los párpados y hasta los globos oculares ( no exagero) una oleada de bochorno asfixiante. Sólo me recuperé con 3 buenas cervezas heladas aderezadas de tapas suculentas. Ohh síi¡¡ Bendito caldo frío
Creo que nunca he olido la cebada fermentada. Tendré que hacer algo. Yo no soy muy cervecera, pero eso sí, el primer trago de la cerveza de mi marido, lo bebo yo. Es una costumbre de los dos. Bueno, felices vacaciones y hasta Septiembre.
Solo conozco la fábrica de cerveza DAMM y la erveceria Moritz, esta todo una institución en Barcelona.
En verano es super agradableir a partir de las ocho de la tarde,ir, a la cerveceria Moritz a tomar una caña con el sabor que la caracteriza un poco amargo, lo que la diferencia de las demás y junto con alguna tapita, ya has cenado.
Encantadora foto la de tu artículo ,así como el contenido del mismo
Fernando,
Vaya lección magistral sobre la historia de la cerveza!
Yo sabía que los egipcios la perfeccionaron pero ignoraba tan remoto orígen de 4000 años.
En México hay una popular canción que dice aquello de:
“Que sabrosa la cerveza que se sube a la cabeza, tralala, lala” .
Y es que forma parte de nuestra cultura. En México tenemos una de las mejores cervezas del mundo. Aunque haciendo gala de las costumbres españolas que más nos gustan a los mexicanos, está la de tomar una caña en alguna taberna de Madrid. Entre la espuma y la tapa se entretejen animadas charlas , que a veces (aunque suene a “cliché) han sido el principio de una gran amistad.
A mi tampoco me gusta la cerveza en general (salvo que sea una Amstel Light en el 21 Club de Nueva York o una de barril en un bar de Berlín) pero también me encanta ver cuando la toman los demás con mucha espuma y heladita…
Debo reconocer que el único olor a cebada que conozco es inodoro, emana de una suerte de jugo (“fresco”, le dicen en Nicaragua) de cebada que no sé si tiene algo que ver con la que se usa para la cerveza. A lo mejor sí:
El nombre científico de la cebada de la Nicaragua de mi niñez es Hordeum vulgare. Es originaria de los márgenes del Mar Caspio y tiene el honor de ser reconocida como el primer cereal cultivado por el hombre. Y es mucho mejor que el arroz o el maíz: rico en fósforo, por lo que resulta un tónico general y nervioso.
Contiene fluor, necesario para el buen estado de los dientes y huesos. Es un alimento emoliente, depurativo y mineralizador.
La cebada tiene el 76 por ciento de hidratos de carbono, Vitamina A y Potasio y su aporte calórico es de 350 calorías por cada 100 gramos.
Es un alimento tónico, cardíaco, reconstituyente, digestivo, activador hepático, antidiarreico y refrescante.
Es bueno que le consuman quienes padecen de afecciones pulmonares, desmineralización, para el crecimiento, atonía gástrica o intestinal, enfermedades del hígado, temperamentos biliosos, enteritis, diarrea, inflamación en las vías urinarias, estados febriles, presión baja.
No es recomendada para los obesos, diabéticos, por la alta riqueza en hidratos de carbono; ni para los hipertensos.
Si es la misma cebada de la cerveza, quizás debería aprender a disfrutar la cerveza….
despues de tanto años con el aroma a cebada en tu persona, seria todo un puntazo que no te agradara la cerveza . claro que tus 59 litros, entonces quien se los bebe? HASTA PRONTOOOO