Domingo 11 de octubre. Acabo de cruzar el barrio de Santa María, cuna flamenca de Cádiz. En su caserío quedan vestigios del esplendor histórico de la ciudad en los siglos XVII y XVIII. Pero también de su posterior decadencia. Que es cuando empezó a brotar su sentimiento más expresivo. Más de barrio. Y que llenó sus calles de artistas. Dicen los cronistas que Cádiz albergaba -en su mejor momento- a la comunidad más opulenta y rica de Europa. Gracias al comercio con Indias, cuyo monopolio ostentó entre 1680 y 1778. Era ciudad de mercaderes. De cargadores. Holandeses, ingleses, alemanes, franceses. También de genoveses. Colonia ésta de enorme influencia, que ya a finales del XV agrupaba en la ciudad a una veintena de familias. Entre las 250 que la habitaban entonces. Y que en 1468 dio ya su primer regidor ligur, Gerónimo Marruffo. Los genoveses llegaron Cádiz al calor del negocio marítimo. Y en ella establecieron sus escritorios, en los bajos de sus viviendas. En su mayoría casas-palacios. Inicialmente dominaban el Mediterráneo, donde llegaron a ser aliados del Rey de España. Y el comercio con Berbería. Después se hicieron poderosos en la ruta de Indias. Llegaron a obtener títulos y prebendas. Levantaron con sus mármoles capilla propia en la vieja catedral. Contribuyeron con sus artistas a enriquecer el barroco local. Probaron nobleza en las órdenes militares. Desplazaron a los judíos como banqueros, cambistas y prestamistas. Muchos eligieron la carrera de la armas, aprovechando la existencia del colegio naval.
El barrio de Santa María estuvo asociado a la colonia genovesa por su cercanía a la vieja alhóndiga. También era frecuentado por armenios. Renació de un arrabal ya existente al sureste de la muralla medieval que fue practicamente destruido por el ataque anglo-holandés de 1596. Allí había una ermita de su misma advocación, que luego fue elevada a convento. Y que hoy es su construcción más antigua, donde radica una vieja cofradía, la del Nazareno, que gozaba de benefactores armenios y a la que se acogió como profesión de fe la totalidad de la colonia para evitar su expulsión de la ciudad. Cuando Carlos II les prohibió por despacho real (1684) su estadía en España por considerarlos cristianos tibios. Al igual que los genoveses, eran comerciantes. Pero al menoreo. Sedas, metales preciosos, medicinas. Pertenecían a una clase social diferente. Hacían trata de infieles. Esclavos mahometanos a los que cristianizaban en ceremonia pública. Y tenían sus escritorios en espacios abiertos. En los aledaños del barrio. En lo que hoy se conoce como Plaza de San Juan de Dios. Entonces Plaza Real. Librados de la expulsión, se mantuvieron bajo la protección de la imagen del Nazareno, cuya capilla acoge un conjunto de vistosos azulejos holandeses con motivos bíblicos donandos por los hermanos Zúcar que recuerdan el pasado armenio de Santa María. Sin embargo, de mayor solemnidad en el barrio es su vestigio genovés. Del que destacan dos soberbias casas-palacios. La de los Sopranis, después llamada de los Lila, y la de los Lasquetty. Familias ambas que dieron regidores a Cádiz, Jácome (Cybo) de Sopranis y Gentile y Sebastián Lasquetty y Roy, primer conde de Casa Lasquetty. También un capitán general del Yucatán, Roque de Sopranis y Centeno. En el número 11 (y 13) de la calle Santa María se ubica la casa-palacio de los Lasquetty, de fachada barroca con señorial portada de mármol. Lleva años en restauración, pero yo la conocí como patio de vecinos. Hacinada. Con servicios comunes. No más de dos habitaciones por familia. Con una casera que era la intermediaria con la propiedad. Igual destino recibió la de los Lila, en el número 10 de Sopranis, que fue distribuida en partiditos cuando la abandonaron sus moradores. Ya el siglo XIX, en plena decadencia de la ciudad, perdido el monopolio de la carrera de Indias.
Además del convento de Santa María, el barrio dispone de otras dos iglesias, Santo Domingo y la Merced, donde tuvo capilla la familia Sopranis. Los tres templos sufrieron incendios en los años convulsos del siglo pasado. Pero Santo Domingo salvó su impresionante retablo mayor de marmol, que hoy preside la patrona de la ciudad –la Virgen del Rosario– y que fue hecho en Génova. Es Santa María un barrio de desigual caserío, con calles estrechas, cuasi sombrías, en pendiente. Con edificaciones altas, que a veces surgen como proas de barco. No en vano, fue levantado así para sortear el viento de levante, que suele azotar con fuerza en este rincón de Cádiz. Pero no rompe con la trama urbana de la ciudad, con azoteas abiertas que trasladan el agua de la lluvia a los aljibes. El XIX trajo transformaciones en el barrio, que empezó a tornar en popular. Las familias con linaje se mudaron a lugares más refinados, quedando convertidas sus casas-palacios en corrales de vecindad. En lo que fue otrora la alhóndiga, surgió una fábrica de tabacos, que llenó las calles de alegres cigarreras. De hombres de la mar. De tiendas de gallegos. De montañeses. Y de familias castellanas y gitanas que hacían vida en torno a la Casa Matadero. Vendiendo destrosos. Junto a la Cárcel Real -donde se pagaban las puñalás– y la vieja plaza de toros de madera, levantada en honor de Isabel II. Allá en el Vendaval. Familias que se cruzan en sangre. Que acuñan cantes. Que expresan arte. Que se buscan la vida en fiestas, cafés-cantantes, teatros y plazas de toros. Lo mismo aquí que en América. Marineros. Canasteras. Matarifes. Bailaoras. Toreros. Banderilleros. Cigarreras. Carniceros. Cantaores. Arropieros. Con ellos nace un nuevo linaje en el barrio, del que surgen grandes artistas. Del toro, del cante y del baile. Los Mellizo, los Lavi, los Oro, los Ortega. Ezpeleta, Rebujina, El Marinero. La Jacoba, La señá Gabriela, madre de los Gallos. Enrique y Luisa Butrón. El Águila. Caracol viejo. Macandé. Aurelio. Donday. La Niña del Columpio. La Perla. Gitanas que paren toreros. Toreros que profesan amor a gitanas. Como el malogrado Ponce -también del barrio-, que cambió su oficio de ebanista por el traje de luces para ganarse a su amada. Hermana de Enrique Ortega –el Gordo viejo-, de Barrambín, de El Lillo y de El Cuco. Torero gaditano aquel Ponce a quien Silverio inmortalizó tras la cornada que acabó con su vida en América en 1872. Probesito e Ponse./ En Lima murió./Como murió yamando a Cristina./Miren que doló.
Nunca he estado en Cadiz. Pero me has invitado a un viaje por sus calles su arquitectura, su historia, su gente. En fin que como siempre ahora mismo voy a buscar Cadiz para seguir conociendo mas, es super interesante todo lo que escribes.
La muerte del torero José María Ponce y Albiñana dio mucho que hablar porque era persona estimada, de raza, como lo demostró al dejar todo para tirarse a los ruedos y, ya torero, pedir el casamiento con Cristina Ortega Díaz, que así se llamaba aquella gaditana por la que perdió el sentío. Además de Silverio, su contrincante Tomás el Nitri tambié cantó su muerte, en una versión muy parecida, que no sé si fue la primera o la segunda, porque estos dos cantaores legendarios no se quería ná. Es más, Nitri nunca cantó con Silverio, porque no se llevaba con él. Dice esta otra letra:
Porecito
que en Lima murió
Porecito de Ponce el torero,
como llamaba,
murió llamando a Cristina,
murió y no la vio.
Debió tener una mala agonía Ponce, que no murió en la plaza si no en la cama, de una gangrena que se le produjo por la cornada sufrida, que dicen no le dio en su momento importancia. De su dolor fueron esas voces a Cristina, que llegaron con llanto a Cádiz y los cantaores del momento la incluyeron en su repertorio. Por lo demás, ilustrativa historia de ese barrio flamenco, Santa María, donde nació también nuestro querido Chano Lobato, fallecido hace muy poquito.
¿ Que quiere decir la palabra “destrozos” ?
Un saludo.
Me alegro de que este barrio de Cádiz haya sido recuperado, antaño aislado de la ciudad precisamente por las características de sus calles y por su carácter de arrabal. Y como admiradora del flamenco comparto contigo en que este barrio ha sido la cuna del flamenco destacando artistas como Chano Lobato, Gitanillos de Santa María entre otros. Debiendo agradecer al Ayuntamiento de Cádiz su proyecto de construir el Centro municipal de Flamenco, inaugurado por la Reina Sofia, y en donde se puede disfrutar de inmuerables espectáculos. Ahora que tu lo recuerdas con tanto cariño será cuestión de pasarse por este maravilloso barrio y probar algún que otro manjar en la Casa de Postas o El Aljibe.
¿Resonará todavía por las calles del barrio el eco de la voz de Chano Lobato? Ese “duende” sólo puede nacer en sitios mágicos.
No conozco fisicamente Cádiz..Con tus descripciones y conocimientos de tu ciudad, historias acontecidas en ella etc. hacen que el lector de tus artículos conozcan -como si hubieran visitado- la maravillosa Cádiz. Espero conocerla algún día.
no conozco mucho Cádiz,pero despues de leer todo lo q has escrito,la próxima vez q vaya la visitaré más atenta.
Cada vez son más interesantes tus historias. Se merecen más espacio para que expliques más de los personajes. Y lo que más me ha gustado es el final
El primer Sopranis del mayorazgo de Cádiz (Siglo XVI) es Jácome Sopranis de Gentile, que casa con Juana Baricio de la Haya, hija de un mercarder holandes de la ciudad.
Su primógenito es Esteban de Sopranis y Baricio, que casó primero con Isabel Aguiniga, de la que enviudó, y después con Isabel Boquín de Bocanegra.
El tercer eslabón corresponde a Jácome Sopranis Boquín de Bocanega, que casa con Luisa Centeno, hija de un almirante de la flota de Indias
Le siguen Roque Sopranis Centeno, que fue gobernador de Yucatán, que muere sin descendencia.
Los Sopranis se emparentan con los Fantoni (condes de Jimera de Líbar) y con los Lila, de ahí la llegada de esta última casa al linaje (por extinción de la rama masculina) y el nombre que se la da también a la casa palacio a que haces referencia en Cádiz. Sopranis, 10.
Descendientes de aquellos Sopranis fue el historiador de El Puerto don Hipólito don Sancho de Sopranis, por un lado, y el que fuera presidente de la Diputación de Cádiz, el jerezano don Joaquín Pérez-Lila, por otro. Los dos del Siglo XX.
En el comentario de Nacho B. se menciona el cruce de la familia Fantoni con los Sopranis. Pasa en tres ocasiones, pero hay que tener en cuenta que los Fantoni eran toscanos y no genoveses, como los Sopranis. Tan importante era una familia como otra en esos siglos opulentos de la ciudad de Cádiz. Eso explica no sólo cruces matrimoniales sino comerciales, al ser los varones de ambas familias cargadores de Indias y asimismo regidores de la ciudad. El primer Fantoni que llegó a Cádiz fue Santos Fantoni Ambrossi, en calidad de cónsul de Florencia. Residieron en una casa-palacio que no tengo ubicada, pero hay un hotelito en la tacita que lleva todavía ese nombre y que está en una calle que se llama Flamencos, muy cerca de la plaza de San Juan de Dios, en lo que habría sido el arrabal del noreste de la ciudad, llamado de Santiago por existir una ermita dedicada al apóstol. Es muy posible que la casa-palacio de los Fantoni estuviera donde hoy el hotelito, o a tal vez a sus espaldas, que dan a la plaza de San Juan de Dios, que era en ese tiempo una corredera, tipo Plaza Real.. Tengo estos datos de bibliografía obtenidos para mi tesis de Facultad, sobre los Cargadores de Indias, pero no puedo aportar más, aunque sé que los Fantoni se extendieron después por Andalucía desde que abandonaran Cádiz por 1836 más o menos. Una rama se instaló en Utrera, que creo que emparentó con la familia Guardiola, los del Palacete de la Puerta Jerez, aquí en Sevilla, pero este palacete no era de ellos sino que la compraron después de la Guerra Civil a los Condes de Aguiar. También residieron los Fantoni en Ronda y Jerez de la Frontera.
ese mundo que tan bien describes, ya empieza a ser un poco el mio. Y digo un poco el mio porque esta tarde., antes de leer tu articulo he hecho una escapadita a Menkes (Barcelona) don
de los trajes de gaditana y zapatos de flamenco estan a la orden del dia.
He salido con unos zapatos de bailaora. Ahora solo me falta
bailar.
Hablas de Cadiz con un fervor y con un gusto que contagias.Dices que en los siglos XVII y XVIII Cadiz lleno sus calles de artistas y yo creo que sigue alimentando nuestras almas con grandes Cantaores, bailaoras y toreros. Hablas de la Plaza de toros de madera y me conmueves, pues soy una apasionada de la fiesta brava . Mi nombre es Cristina asi que , “Ponce murio yamando a Cristina”.
El barrio de Santa María -cuna flamenca- en su esplendor (siglos xviii y xix) y su posterior decadencia. Todo auge lleva consigo la pérdida del mismo en un momento determinado. Los ciclos de la historia no cesan nunca su actividad. Cádiz es un crisol de culturas y la ciudad así lo refleja en sus vestigios artísticos y culturales, como el paso de los genoveses, comerciantes acaudalados, que gozaron de capilla propia en la vieja catedral. Y es en ese barrio de Santa María donde más testimonios y de más categoría nos dejaron, como son las dos soberbias casas-palacios: la de los Sopranis y la de los Lasquetty. La decadencia de la ciudad por causas económicas y comerciales provocó el abandono de sus moradores: la gloria es efímera…
Pero la belleza del artículo la encuentro en ese resurgir popular que inundó el barrio de una nueva vitalidad: las alegres cigarreras, los hombres de la mar, gitanas y toreros…que tan bien han dejado su estilo.
Ha sido un agradable paseo por esas calles del barrio de Santa María. Restos de una prosperidad y de su declive posterior. No hay tristeza. El ciclo de la historia jamás se interrumpe.. La vida -otra, diferente- surge de nuevo.
Ya que estamos de linajes, vayamos a ello. Gabriela Ortega fue la última gran artista que ha dado la dinastía de los Gallos. Murió hace muy poco y parece que la estoy viendo recitando sus poemas en los programas de Jesús Quintero, el loco de la Colina.
Era una mujer poeta, muy culta, que estuvo interna en las Irlandesas de Sevilla y fue compañera de la madre del Rey, doña María de las Mercedes, muy amiga suya.
Gitana por los cuatro costados creía yo hasta que leí el libro “Dinastías toreras de Andalucía”, publicado en 1996, en el que cuenta ella misma la historia de su familia, los Ortega que usted cita, El Aguila, El Cuco, la señá Gabriela, los Gallo, etc.
Cuenta Gabriela Ortega, sobrina de los Gallos, en su libro que el primer Ortega era de Santander, de ahí que le llamaran El Chicuco. Se llamó José Ortega de la Oliva y había nacido en la Montaña en 1810, de donde se trasladó a Cádiz, al barrio de Santa María que nos refiere, conociendo allí una gitana llamada Gabriela Díaz Cantoral, que era hermana de un torero de nombre Manuel Díaz Cantoral, el Lavi.
Se casaron en 1827 y uno de sus hijos fue Gabriel Ortega Díaz, el Gordo Viejo que usted cita y que nació en 1840. Este Ortega Diaz era cantaor y se casó Carlota Feria Ruiz, también cantaora, naciendo de su unión la saga de banderilleros Cuco, Lillo y Barrambín, además de la señá Gabriela, bailaora de fama, que se casó con Fernando Gomez García el Gallo, torero de Sevilla, y padre de José y Rafael, los Gallos.
Es curioso lo que dio ese barrio, así me explico cuando nos habla de tiendas de montañeses, gitanos, cantaores o toreros. Pienso que cada uno tiene su historia, que nos las podía contar por personas. Por cierto, a ese Cuco banderillero y tío de los Gallo no le vendría el sobrenombre de su abuelo el Chi-Cuco?
(Para el compañero José Antonio)
“Destrosos”, que en realidad es destrozos, equivale a despojos. Debe ser una voz antigua empleada por los gitanos de Cádiz, de ese barrio de Santa María, que vivían y se educaban en el entorno del Matadero, en su sala de despiece, máxime si allí había de una plaza de toros como nos cuenta Fernando. Es una voz en desuso, a la que acudían los gitanos en sustitución de despojo, probablemente de mal fario. No lo sé, pero me da por ahí.
He rebuscado en los cantes y no la he encontrado en ningún repertorio.
Quien sí la recoge es José Blas Vega en su libro CONVERSACIONES FLAMENCAS CON AURELIO DE CADIZ, editado por Publicaciones de Librería Valle. Madrid, 1978.
En un momento de esa conversaciones, Aurelio de Cádiz habla de los Churris, de Andres el loro, flamencos de Cádiz que frecuentaban una tienda llamada la Concha, y dice de ellos que vendían destrozos, que a pie de página Blas Vega explica que son “restos de reses sacrificadas en el Matadero y que se venden en tabla aparte, asadura, tripas, cabezas, patas”.
Los gitanos eran muy de casquería, de cocina de subsistencia. Agarraban lo primero que encontraban en el matadero y a la olla! Las mollejas, la cola de toro, el higado, que le llamaban asadura, los morros y las visceras. Son guisos de gandinga, voz cubana de negros que se refiere a los despojos del puerco. Entró en Andalucía por los barcos que llegaban a Cádiz. y así cualquier guiso de despojos lo llamaban gandinga.
Los despojos con el tiempo se han convertido en unos platos exquisitos, solicitado ya por todo el mundo en los restaurantes, pero era cocina de gitanos, los mejores del mundo haciendo el menudo, que es como le llaman a los callos en Andalucía. En fin, de todo esto podríamos hablar horas y horas, así que aclarado, José Antonio.
Un saludo, Fernando, magnífico blog a la altura de un “viajero inglés”. O no?
Cuando hablas de Cadiz hablas de una ciudad hermanada con La Habana, unión de culturas a través del mar, nos llenas con historias navales.
Me queda la inquietud de un recuerdo cuando estuve hace muchos años en Cadiz, de tres grandes obras de Goya que creo que estaban en un oratorio y no recuerdo mas.
He estado un par de veces en Cadiz pero solo de visita, protocolaria casi. No sé… a mi me gusta patearme las calles de los pueblos que visito, hablar con la gente, tomarme unos vinos, aspirar sus aromas, revivir sus pequeñas historias… por eso, es como si pudiera decir que nunca he estado en Cádiz, a pesar de recordar alguna que otra cosa de mi paso por allí…
Recuerdo su luz y el ruido del agua rompiendo contra el pretil, y una brisa ligera que era como un beso… recuerdo una iglesia enorme y blanca, y un mirador que me daba otra perspectiva de la bahía que, a cota de mar, me había parecido mucho más pequeña de lo que imaginaba… la tacita de plata se convirtió, de pronto, en algo grande… Recuerdo que había muy poca gente por la calle y que me dije… Elena, aquí hay que volver… Y lo hice, al poco tiempo y por una cuestión de trabajo, pero mi estancia fue un visto y no visto, no cuenta. Todavía tengo pendiente, pues, ese retorno que en su día prometí.
De manera que no conozco el Barrio de Santa Maria pero, de la mano del relato de Fernando, me lo puedo imaginar casi al detalle. A ver…
Es el Barrio viejo por antonomasia, el del arrabal que fue, escaparate que mira al mar, la primera historia… fenicios, romanos, árabes y gentes venidas de los más alejados lugares del planeta han pisado sus calles, han habitado sus casas, han protagonizado su época de esplendor y, seguramente también, la de su decadencia… un lugar lleno de vida y al mismo tiempo, lleno de silencios por lo que fue y ya no es… pero eso es vivir, al fin y al cabo.
Tengo entendido que hay un proyecto para devolver su alma a este lugar, supongo que ya está en marcha y me congratulo por ello. Desde la distancia geográfica –que no la emocional, que tengo amigos gaditanos que son un tesoro…- espero que toda las iniciativas que se pongan en marcha ni sean agresivas en lo urbanístico ni violentas en lo sentimental. Que los sentimientos no se imponen, ni siquiera a golpe de talonario y todo requiere su ritmo, su tiempo.
Por lo que me han dicho, este Santa Maria guarda hoy un Restaurante de comida vasca, El Achuri –como el barrio del viejo Bilbao-, cerca del convento de Santo Domingo. Seguro que hubo vascos que, en aquellos tiempos de antaño, compartieron faena con otros, marineros, gitanos, putas y toreros, con mercaderes y cantaores, con prestamistas, cigarreras, judios y genoveses… y me alegro de que, al de siglos –como dicen en el Botxo- todavía andemos por ahí, aunque lo que hoy toque sea cocinar un bacalao al pil-pil que quite el sentío… pues eso!
Y las Habaneras del maestro Antonio Burgos, en la voz de Carlos Cano o la de Pasión Vega… pero eso sí, eso es ya otra historia.
Cuando llegué a España, algo que me atrajo mucho fue el Flamenco, arte presente en dos estilos maS representativos: La música y el baile.
El ver y escuchar en su música, el contraste en su Cante y la guitarra combianandolo con el sonidos de sus palmas… como me gusta! Pienso que el flamenco es un baile muy expresivo y cada parte del cuerpo ha de moverse de forma coordinada, desde los pies, pasando la cintura y complementando con el movimiento armónico de las manos, y se refleja majestuosidad, elegancia, encanto y coqueteria.
Es un reto aprender a bailar flamenco.
En alguna oportunidad leí que la primera vez cuando se hablo sobre flamenco se encuentra en 1774 en una de las Cartas Marruecas de Cadalso. Y confirma que su cuna es Andalucía, en la rivera del río Guadalquivir.
“Destroso”, Despojo, da igual, recuerdos de otras épocas en que me obligaban a comer higaditos, sesos, huevitos y sangre con tomate, no lo soportaba.
Ahora los busco y disfruto viéndoles expuestos en los puestos de los mercados: lenguas, riñones, corazones en su sangre, hígados de lechal, cabezas de cabrito, testículos sagrados del toro, limpitos y cubiertos de perejil listos para echarlos a a la cazuela y empezar el sofrito, un placer.
Pero por si no queréis cocinar, os recomiendo cualquier bar cercano a cualquier mercado de Barcelona, para que podáis disfrutar de estos manjares.
Don Juan de la Plata, flamencólogo de Jerez, recoge testimonios de la rapsoda flamenca Gabriela Ortega, que vivió en esta ciudad y que aseguraba en vida que Ortega de la Rosa, Chicuco, patriarca cántabro de la saga de los Ortega y bisabuelo de los Gallo, emigró de Santander a Cádiz, donde se introdujo en el mundo del toro como banderillero de su cuñado Manuel Diaz Cantoral, Lavi (1), torero de la Tacita de Plata, hermano de otro matador llamado Gaspar, igualmente Lavi. Recoge también don Juan una copla que circuló por el barrio de Santa María sobre la boda del montañés y la gitana Gabriela Diaz Cantoral, que
dice:
Por la zamarra de seda,
te fuiste de la cabeza.
Siendo tu gitana pura,
te volviste montañesa.
(1) Matador de toros extravagante y obeso de la primera mitad del siglo xxi que se saltaba los cánones clásicos y que algunos renombrados taurófilos consideran entre los precursores del toreo cómico. Murió de un ataque cerebral en Lima, Perú, donde había sido contratado para varias corridas.
Estoy plenamente de acuerdo con mi compañera de blog Cari Oriol cuando dice que los ciclos de la historia no cesan nunca su actividad. Una ciudad tan culta y llena de esplendor tanto económicamente como socialmente no se entiendo muy bien como puede llegar su decandencia, pero es así tal y como tu mismo describes. Por suerte, con el esfuerzo de todos y a través de los años ,Cádiz vuelve a resurgir.
Todas estas historias entre toreros y gitanas que cuentas, me seducen, me he deleitado leyendolas. Gracias por darme la oportunidad de aprender acontecimientos desconocidos para mi.
Cádiz, mi asignatura pendiente, estuve hace años una vez y no olvido su luz ni su olor.
Esplendorosa y crucial para la historia de España y a pesar de su posterior decadencia por motivos económicos y sociales, como dice Cari Oriol, ha resurgido su gloria de otra manera, dándonos arte, grandes artistas, toreros, cantaores, que han traspasado fronteras.
Desde niña soy aficionada a la fiesta y al flamenco, creo que por influencia de mi tío paterno que me llevaba a los toros , (ahora no dejan entrar a los menores de 14 años ) y me hacía escuchar a Rafel Farina. Luis Molina, Antonio Molina y todo el repertorio( herede todos sus discos) y los guardo como oro en paño .
En fin maravillosa tierra, que nos da tantas cosas buenas, arte, playas, sol, manjares, y grandes poetas y escritores como tu Fernando.
¡¡¡¡Viva Cádiz ¡¡¡¡
Precioso paseo por Cádiz, una ciudad maravillosa con muchisimos atractivos para poder disfrutar.
La única pega y es una lastima, que desde Barcelona, no tengamos mejores comunicaciones, para poder ir mas a menudo.
Cádiz… Mi ciudad favorita, tras la que me vio nacer… (lógicamente, creo). Cada vez que puedo intento escaparme, aunque sólo sea para que el levante me despeine y ‘me ponga la cabeza loca’, como suele decir mi amigo Juan del barrio Santa María.
Qué grande es Cádiz, y qué diferente sus calles, su gente, su vivir…
Cuando viajo a Cádiz tengo la sensación de vivir en un mundo paralelo al que habitualmente lo hago… Y es que esa magia, esa historia, esa luz y ese viento… Son únicos. Características inolvidables con las que te embriaga y enamora desde el primer día que pisas el puente…
Qué será de Cádiz con el Puente de La Pepa?? Lo que sí es cierto, es que habrá más facilidad en la entrada, pero la magia de esta pequeña ciudad no se perderá por mucho que se mejoren sus comunicaciones…
Cádiz es única, Santa María su barrio emblemático… Pero yo… Me quedo con ese despertar con sabor a sal, oliendo a flores y escuchando el gentío acercándose al mercado… El humor, la vida, la pasión, ‘Ese Cai, Oé!….
Simplemente, me quedo con Cádiz.
Gracias Fernando por hacer ese recorrido histórico por ese paraíso…
Es alentador que en este época actual, donde nda tiene valor y todo es tan volátil y superflúo, sepamos reconocer el verdadero e intrínseo valor de las cosas, de lo genuinio, De lo que nos tiene atado al presente, a través de ese cordón umbilical que no nos permite olvidarnos del pasado. Ese barrio de Cádiz, tan claro y a la vez tan oscuro, lleno de luz y de sombras, esconde la idiosincracia de esta ciudad que sabe como nadie cantar a su pasado y reírse de su presente. Allí entre sus estrechas y comunicantes calles, se palpa el espíritu carnavalero y flamenco de una milenaria ciudad que ha sabido como nadie afrontar esos vientos de levante que la azotan constantemente.
Amigo Fernando, hace uno meses escribí este tango para su interpretación como cantautor en el “Pay Pay”, lugar que conoces. Permíteme que te envié la letra de este tango a falta de su música que cuando quieras te la canto en vivo y en directo, ya sabes como somo los gaditanos.
Mi Barrio Santa María
Yo nací en el barrio Santa María
entre cantes y bailes yo me crié
con un buen meztizaje de Gaditano
me acristianaron las olas
que hacen estallar su espuma
salpicando el “Campo del Sur”
Mi barrio me enseñó
el ritmo del pasodoble
mi cantar empezó
con coplas del carnaval
un duende aflamencó
mi cante y sus maneras
el resto me lo dejó
pá el ritmo y suave compás
Plaza de Las Canastas, la Mirandilla,
Santa María, calle Botica
Santo Domingo, San Juan de Dios
yo nací en un barrio muy flamenquito
barrio gitano y de señoritos
gente del muelle, gente cabal
Con toque de flamenco canto este tango
que sabe apoco lo que te digo
Cádiz es mi sueño brindo por ti
Cádiz la milenaria y cosmopolita
es la que grita Viva La Pepa
y la que sueña con la libertad
Cádiz tu eres refugio de marineros
tardes doradas, torres al viento
deja que en este tango se hable de tí
Fernando gracias por seguir haciendonos conocer mas sobre España y sus lugares mas hermosos y esplendidos cuando empiezo leer tu bloc empiezo a viajar con la imaginacion y disfrutar pasear por las calles de Cadiz y todo lo que describes gracias.
Esta es otra pequeña información acerca de la familia Boquín:
1.- Don Simón de Sopranis Boquín de Bocanegra y Zenteno y don Roque de Sopranis Boquín de Bocanegra y Zenteno, caballeros de la orden de Santiago, fueron Governadores y Capitánes Generales de la provincia de Yucatán en Campeche, ambos murieron sin dejar sucesión legítima en Yucatán. Lo que no dice el documento si contrajeron enfermedades en esa tierra o si los mataron sus enemigos. Pero el testamento dice que sus padres y abuelos fueron desvastados, porque murieron relativamente jovenes.
2.- Eran hijos del Sargento Mayor don Jacome de Sopranis Boquín de Bocanegra y doña Luisa Zenteno y Ordóñez, su esposa.
3.- Y este último el Sargento Mayor era hijo legitimo de los nobles señores don Simón de Sopranis y doña Clara Boquín de Bocanegra, su esposa. (doña Clara Boquín de Bocanegra, perteneciente a la nobleza ducal de Génova ).- Ellos no se consideraban ni Genoveses ni Italianos sino Españoles, porque Italia como nación todavia no existia, que se creó en la segunda mitad del siglo XIX y para ese entonces ya eran españoles Hijosdalgos de sangre igual que los Federighi.
Clara Boquín de Bocanegra y Anfion Boquín de Bocanegra de (Baricio) eran hermanos de padre y madre, y la abuela de estos era Doña Juana Baricio de la Haya, tercera nieta del Alcalde Charles de Valera y el tio de estos era el Dean Juan de Haya.
(Nota)
No puedo adjuntar una fotografia de la puerta principal de la casa de los nobles don Simón de Sopranis y doña Clara Boquín de Bocanegra, su esposa. En la ciudad de Cádiz.
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esto deja mas huella de que cadiz es patrimonio de la humanidad! capital de las culturas