Vieja Montaña

Paseo estos días de Ramadán por Tánger esquivando por sus calles el viento de Levante. Que aquí le llaman sarki. Y refresca la ciudad con brisa de montaña. Cuando el muecín entona la oración del magrib la ciudad ya está vacía. Y con su población recluida en casa. Porque con la cuarta oración del día -que coincide con el ocaso del sol- los musulmanes rompen el ayuno con la harira. Una sopa de legumbres que les permite recuperar energías tras muchas horas sin probar alimento. El Ramadán invierte la vida de los tangerinos. Que durante este mes de ayuno religioso concentran sus principales actividades en la noche. El magrib llena la ciudad de silencios. Y es facil escuchar las sirenas de los buques que cruzan el Estrecho. El último trino de los pájaros al caer la tarde. O el borboteo de alguna fuente escondida tras los muros de un viejo palacete. Los bazares de la medina están cerrados a cal y canto. Y en el viejo hotel El Minzah los turistas extranjeros esperan la apertura del bar ante la atenta mirada del caid Harry Aubrey de MacLean. Inmortalizado en un impresionante lienzo que da fe del pasado exótico de la ciudad. Aubrey de MacLean fue un militar escocés que sirvió al sultán Hassan I como instructor de su ejército. Y que -como Lawrence de Arabia– se proveyó de atuendos locales para ejercer el mando sobre sus tropas. Convirtiéndose en un caid respetado (y temido), aunque no faltó quien le acusara de trabajar para el espionaje británico. Del Tánger de Paul Bowles se han publicado ríos de tinta. Hasta convertirse en su principal postal. También se ha escrito a raudales del ambiente cosmopolita de la ciudad mientras gozó de estatuto internacional. Pero Tánger guarda muchas historias secretas que no se han asomado a la literatura. Que tienen como protagonista a personajes locales de la realeza marroquí. Exóticos viajeros extranjeros que arribaban en barco a su puerto. Y millonarios europeos de entreguerras que levantaron aquí palacetes arabescos con balcones al mar. Contrariamente a lo que se cree, el te lo introducen en la ciudad los ingleses. Que se instalan en la kasbah en 1662 con la llegada del conde de Peterbourgh. Pués Tánger -que hasta entonces pertenecía a Portugal– pasó a Inglaterra junto a Bombay dentro de la dote que el rey Carlos II recibió por su matrimonio con Catalina de Braganza, hija de Juan IV y descendiente de Francisco de Borgia. Del tiempo de los ingleses queda en Tánger el Cork Castle, con pasadizos secretos que dan a la kasbah y una puerta fortificada de nombre Marshan. La dominación inglesa fue corta, pero el Imperio Británico siempre estuvo presente aquí de alguna u otra forma. Es el caso de Aubrey de MacLean, a finales del XIX, o de Walter Harris, corresponsal del Time en Maruecos a principios del XX. E incluso de Winston Churchill, que vivió durante seis meses en el Hotel Continental, todavía en pie.

He quedado a cenar con una vieja amiga en Villa Josephine, que es un hermoso palacete reconvertido en hotel (y rodeado de jardines) con una espectacular vista al Estrecho. Le cuento en sobremesa estas historias mientras disfrutamos de un vino tinto de Meknes. Desde esta villa se divisa la silueta costera de Tarifa, a estas horas de la noche dibujada por un hilo de luces de diferente intensidad. Hacía tiempo que no frecuentaba este lugar de la vieja Montaña, en Sidi Masmoudi. Muy próximo a la ciudad. El periodista Harris levantó este palacete, que luego fue propiedad de Ignacio de Figueroa y Bermejillo, duque de Tovar. Un militar español que resultó herido en la Guerra de África y que, en  gratitud a las atenciones sanitarias que recibió en Tánger, se quedó a vivir aquí hasta su muerte en 1953, repartiendo sus bienes y fortuna entre diferentes instituciones de beneficencia. En Villa Josephine ondean en paralelo las banderas de Francia e Inglaterra. La primera por su actual propietario francés y la segunda por estar ubicada en el privilegiado lugar que eligieron los ingleses para asentar su colonia en la época internacional de Tánger. En mis tiempos de corresponsal de El País en Marruecos frecuenté muchas veces estos rincones de la vieja Montaña. Para seguir después hacia la carretera interior que lleva a Cabo Espartel y a las Grutas de Hércules, pasadas ya las propiedades que por allí poseen el rey de Arabia Saudí y el emir de Kuwait, aparte de la Familia Real marroquí. Tuve la suerte de conocer en uno de mis viajes a la princesa Fatima Zohra, elegante (y rebelde) dama enamorada de Tánger que dedicó su vida al cuidado de la mujer y la infancia. Fatima Zohra no frecuentaba Villa Josephine porque disfrutaba de un palacio mejor a escasa distancia, pero gustaba mostrarlo y dar a conocer su historia. Pués no en vano llegó a conocer a Walter Harris y al duque de Tovar, con el que compartió mecenazgos sobre la ciudad. Fatima Zohra era nieta de Hassan I, el sultán que nombró al escocés Aubrey de MacLean instructor del ejército de Marruecos. Pero también era tía de Hassan II. E hija de sultán, pués su padre Moulay Abdul Aziz -que llegó al trono con sólo 14 años- rigió el país entre 1894 y 1908. Hasta que se vió obligado a abdicar en favor de su hermano Abd-el-Hafiz por mor de conspiraciones palaciegas y de su propia inexperiencia. Un día Fatima Zohra me explicó que Villa Josephine fue residencia estival de El Glaoui, el último señor feudal del Atlas. Y poderoso caid del Marruecos colonial que cayó en desgracia por conspirar contra Mohamed V con el guiño de Francia. Para ella, aquella mansión entre hermosos jardines y palmerales representaba la mejor época de la ciudad, pero encerraba también tristeza. Pués no en vano la familia de El Glaoui contribuyó sobremanera a que su padre abandonara el trono. Y se retirara a vivir en Tánger. Pese a que ya estaba sentenciado por el pueblo marroquí dos años antes tras repartirse España y Francia la administración del territorio.

Fatima Zhora murió  en 2003 en el Palacio Real de Rabat a los 77 años. Posiblemente fue la primera mujer que rompió con las tradiciones feudales de Marruecos. Casada por arreglo entre familias a los 33 años con el primer embajador de Mohamed V en Londres -el príncipe Moulay Hassan Ben El Mehdi-, aprovechó su estancia en Europa para vestir a la moda occidental y consumar la libertad que había disfrutado de adolescente en el Tánger internacional. Un día decidió cambiar su residencia de Rabat por Tánger, la ciudad donde creció y en la que se convirtió en representante oficiosa del rey de Marruecos, distanciada de su marido y entregada a la defensa de la mujer marroquí, aunque tuvo que esperar hasta muy anciana -y después de la separación matrimonial de la primogénita de Hassan II- para que su país admitiera el divorcio, desterrando para siempre el repudio. Fue una mujer libre. Y no me resulta indiscreto revelar que tuvo amores occidentales. El más sólido con Manfred Leister, un alemán que la hizo feliz y a quien nombró administrador de sus propiedades. El sarki golpea fuertemente sobre los palmerales de Villa Josephine inundando de bruma su espléndido mirador. Todo es allí blanco, cual oasis en la noche que marca distancia frente al resto del mundo. No hay más horizonte que el Estrecho de Gibraltar, con su costa española silueteada por luces de diferente intensidad. Es un silencio distinto al que se apodera de la ciudad cuando el muecín inicia la oración del magrib. Un silencio respetuoso, pero occidental. De los que se rodeaba Fatima Zohra en la vieja Montaña cuando fijaba sus ojos en el horizonte costero. Y presenciaba el cruce de buques con banderas de todo el mundo por aguas del Estrecho. Unas veces con sarki y otras con garbi, que es como aquí llaman al viento de Poniente. Fuera ya de la vieja Montaña, las calles y bulevares de Tánger se presentan abarrotadas de gentes. Unos apuran las últimas compras de chubaquías y dulces de miel y almendras. Y otros esperan pacientemente el pan recién horneado con el que van a acompañar sus alimentos antes de que el muecín de inicio al ayuno con la oración del alba. O fayr. En la Plaza de France, el Café de Paris empieza a apagar algunas luces mientras sus clientes apuran el último café y agotan sus monedas en favor de los desheredados que las solicitan. La limosna forma parte de los ritos del Ramadán. Que es una manera de renovar anualmente la espiritualidad de los creyentes mediante el calendario lunar. Las puertas del hotel El Minzah aún permanecen abiertas. Pero el bar para turistas ya está en penumbra. De manera que el lienzo de Harry Aubrey de MacLean apenas se distingue entre sus paredes. El Ramadán lo acapara todo. Pero la brisa del sarki advierte de que en Tánger todavía existen espacios de libertad y tolerancia respetuosos con las tradiciones de los creyentes. Queda la vieja Montaña. Pero también el espíritu rebelde que dejó en la ciudad la princesa Fatima Zhora. Más allá de los tópicos exóticos de los viajeros que creían ver aquí el comienzo de Oriente. O de los nativos que piensan que en sus calles empieza Occidente. Tánger sigue siendo una ciudad diferente. Y el sarki renueva estos días su frescura urbana con brisa de montaña. Que para eso es viento mitológico que no entiende de silencios.

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    29 opiniones en “Vieja Montaña”

    1. Que caiga el Ramadán en agosto debe ser muy duro, pero por otra parte muy interesante para los visitantes no musulmanes.
      Excelente artículo.

    2. DEL TANGER QUE USTED RELATA SOLO PERMANECE VIVO EL VIEJO PINTOR MOHAMED MRABET, UNO DE CUYOS CUADROS LUCE EN LOS PASILLOS DE EL MINZAH HOTEL. UNA DESCRIPCION MUY PECULIAR LA SUYA.

    3. Tánger, para mi es desconocida. Tu descripción junto con la historia que nos haces conocedores, la hace atrayente y seductora.
      Conocer y vivir “in situ” el Ramadán debe de ser duro para un occidental a la vez que enriquecidor; no es así?
      Excelente artículo desde el principio hasta la última palabra.

    4. Debe ser fantásticos esos lugares que citas. Tnager me fascina con sus callejuelas, sus zocos, etc, etc. Tu cuento es como viajar a esos lugares desde mi ordenador.

    5. Interesante articulo, lo que nunca entenderé como pueden sacrificar su cuerpo al no comer por tanto tiempo y que solo me parece tienen una hora por la noche para comer todo lo que preparan para estas fechas de su ramadán no lo entiendo verdadera mente pero bueno cada lugar tiene sus costumbres y creencias y se puede decir ideologías creo yo.
      En fin me gusto leer y saber mas acerca de los reinados marroquíes.

    6. con ramadan o sin el, tanger tiene un enorme encanto y excelentes y desconocidas historias, como la que acabo de leer.

      que disfrutes mucho tu escapada. besos.

    7. Tánger es una ciudad que no conozco físicamente ,pero que la tengo muy presente por la literatura, me apetece mucho bajar a conocerla , pero por otra parte me da miedo que me decepcione por lo idealizada que la tengo. Me ha fascinado la historia de Fatima Zohra.

    8. Cuantas historias sabes de todos los paises tus blog sobre ciudades te adentran en lugar viviendolo ,me ha gustado TANGER

    9. mi padre era de tanger y cuando oigo hablar de esa ciudad es como si me faltara algo pues no la conozco y la tengo pendiente

    10. Describes Tánger que casi puedes verla, oírla, olerla. Estoy segura que con este artículo habrás provocado mas de una escapada a la Vieja Montaña.

    11. Fernando, precisamente estas vacaciones queriamos conocer Tánger pero nos dijeron que agosto coincidía con el Ramadán y que no era muy aconsejable porque no se funciona al 100% y nos ibamos a encontrar muchas cosas cerradas y tal. Teniamos previsto acercarnos desde Fuengirola a Algeciras y allí coger un barco temprano para volver a la tarde, o sea todo en el mismo dia. No ha podido ser porque manana nos vamos de vuelta a Madrid, aunque me he quedado con las ganas y mira ahora todo lo que me he perdido tras leer tu articulo. Otras vacaciones será. Un saludo.

    12. Muy espiritual y reconfortante visitar Tanger en Ramadan y mejor aún haciendo una paradita en Villa Josephine recordando ambientes de antaño. Tanger era la ciudad de los consules y de gente sin patria que se sentia allí feliz escribiendo, pintando, haciendo negocios o simplemente viviendo. Ese mundo forma parte de una epoca que se la llevaron los vientos del Estrecho, muy bien definidos por cierto en tu bonito articulo.

    13. Me parece una ciudad única Tánger, como sus alrededores… De entre todos sus lugares, me quedo con el Café Hafa y sus vistas a la costa de Cádiz. No conozco Villa Josephine, pero debe ser un lugar idílico, no para mi bolsillo.

    14. Me ha encantado tu relato. Debe ser Tanger una ciudad muy bonita, con historias fantásticas como las que nos cuentas y personajes sorprendentes. Me tientas a preparar un viaje por Africa del Norte con Tanger como epicentro. Prometo ir en cuanto pueda y pasear por sus calles, montañas y jardines.

    15. No solo el polifacético Bowles se instaló en Tánger. Paul y su mujer atrajeron a grandes literatos norteamericanos como Truman Capote. El Tánger de mediados del siglo pasado fue culturalmente delicioso.

    16. Me gustó mucho leer tu tecto sobre esos días de Ramadán. Ya me tocó una vez el Ramadán en Marruecos, y tu excelente prosa me trajo recuerdos de aquel viaje. No sabía nada sobre Fatima Zohra. Q personaje… q mujerón. Muchas gracias, Fernando. Como siempre, es un placer leerte. Saludos desde México.

    17. Antes de leer tu blog sobre la Vieja Montaña, he recordado tu visita a Malaga hace mas de 20 años para recoger el premio de periodismo del Colegio de Arquitectos. Me encantaba como escribías antes y me sigue encantando ahora. Acabo de llegar de Dublin e influenciado por Oscar Wilde “A mi me gusta hablar de nada, de lo único que se un poco”. Un abrazo maestro.

    18. Este halo de misterio y glamour de los días gloriosos de Tánger, se palpa en tu articulo. Te felicito.

    19. Nunca he estado en Tánger, pero leyendo tu artículo me ha parecido reconocerla, andando por sus calles, refrescada por la brisa del mar y la Vieja Montaña. Tu pluma tiene magia, Fernando. Te sigo desde hace muy poco, pues tus articulos me embarcan en viajes imaginarios ayudada por tus conocimientos y experiencias. Para mi es tambien un placer leerte. Gracias.

    20. El escritor marroquí Tahar ben Jelloun, que encabeza la lista de los libros más vendidos en Marruecos, sitúa al menos dos de sus novelas en la ciudad de Tánger. Una de ellas es la famosa “El último amigo” y la otra “Partir”. En esta última presenta la acción en el emblemático Café Hafa, ya muy visitado por Paul Bowles, que le dio la popularidad.
      En “Partir” el Café Hafa resume la situación social de la juventud marroquí, ya que en él se reúnen los seres infelices, desesperados, sin nada más agradable que imaginar un mundo mejor y soñar que algún día estarán en él. Por la noche, en silencio, escuchan el mar, como una ceremonia macabra, “devoradora de carne humana”. Persiguen también otro sueño, más fácil de conseguir y al alcance de todos, pero artificial y engañoso: los viajes de la droga. Las grandes pipas de kif circulan de mesa en mesa, miran sin ver, “tienen la mirada perdida en el horizonte como si preguntasen por su destino” Algunos jóvenes se quieren librar de esta opresión que les ahoga frecuentando la mezquita y entregándose a la religión.
      Todas las opciones comportan un gran peligro: morir ahogado, convertirse en una ruina física por un exceso de hachís o perecer en un atentado suicida.
      Creo que en esta primera parte se resume el panorama que los jóvenes marroquíes tienen ante sí, una ausencia total de futuro.
      Tahar Ben Jelloun no cifra en la miseria el único móvil que les empuja, sino que aborda una problemática más amplia: la frustración y decepción de la juventud al ver cómo van las cosas y la sensación de tener las manos atadas.
      Así se inicia el libro:
      “En Tánger, en invierno, el Café Hafa se transforma en un observatorio de sueños y sus consecuencias. Miran el mar, esperan la aparición de las primeras luces en España. Sólo hay catorce quilómetros, distancia que les separa de la vida, “de la buena vida, o de la muerte”.
      Este es el sueño de mucha gente, sueño absurdo pero persistente”.

    21. Coincidí contigo en esa fecha en Tánger, en Ramadán, tambien el año anterior en 2010. Aunque no nos conocemos, se vislumbra tu amor y cariño con esta ciudad que también a mi y a mi familia nos cautivó desde la primera visita en 2008. Hoy tenemos alli una casa y algún negocio. Me ha encantado tu descripción de Fátima Zhora que por lo que conozco fué una mujer impresionante siempre en defensa de los derechos de los más desvalidos, de los niños y sobre todo una gran feminista que abogó por los derechos de la mujer marroquí.
      Conozco mas historias de ella, contadas por personas muy cercanas, porque casualmente uno de nuestros negocios era suyo.
      Lástima que su heredero Moulay Abdul Aziz, no defienda con el mismo coraje lo que ella inició y sea un poco racista con los extranjeros que ella supo cultivar y que tanto desarrollo dieron a esta ciudad.

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