Desde antes de la invasión inglesa de Cádiz (1596) existía en el Campo de la Jara (o Xara), hoy Plaza de San Antonio y alrededores, un molino de viento harinero. En los siglos XVI y XVII, el Campo de la Jara era la mayor extensión cultivable de la ciudad seguida de la llamada Viña de Malabar –después transformada en Barrio de la Viña-, propiedad entonces de un labrador de cera llamado Juan López de Malabar. El molino del Campo de la Jara estaba ubicado en un lugar llamado Horca de los Franceses. Y disponía de al menos nueve tierras de cultivo a su alrededor, que se supone les proveían de grano cada cosecha. Tuvo varios propietarios, entre ellos el maestro mayor Antonio de Céspedes. Pero en 1674 pertenecían a Andrea D’Avalos de Sangro, general Príncipe de Montesarchio. Gobernador de la Armada y Jefe de expedición entre 1666 y 1671 de las flotas de galeones de la Carrera de Indias. Montesarchio fue un general naval que sirvió a España en el tránsito de los Austrias a los Borbones. Habitualmente tenía su residencia en Nápoles, en donde había nacido en 1618. Pero tras acabar su mandato como responsable de la Flota de Indias puso sus tierras gaditanas en arriendo. Porque pasó a mandar la Escuadra del Mediterráneo. Que operaba desde Sicilia. No existen datos históricos que describan como era aquel molino de viento harinero del Campo de la Jara, pero se le supone similar a los de trípode que se extendían entonces por la costa gaditana. Vejer, Conil y El Puerto de Santa María. Y que están reflejados en los dibujos que el artista flamenco Georges Hoefnagel realizó para la obra Civitatis Orbis Terrarum (Ciudades del Mundo). Editada en 1572 por el canónigo de la catedral de Colonia, Georg Braun. Con el paso de los años, aquel Campo de la Jara se fue poblando de viviendas ante la falta de suelo en la ciudad. Y la denominada Horca de los Franceses dio nombre a una calle que allí se creó. Pero el recuerdo del molino se impuso sobre la nomenclatura primitiva. Y en 1716 la calle pasó a llamarse Molino (de Viento). Mientras que la Horca se quedó por corrupción en Oca, dándole nombre a una pequeña cerrada allí existente. Hoy arbolada. Y que por un breve tiempo fue dedicada (por iniciativa del escritor José María Pemán) a la actriz hispanoargentina Lola Membrives, para quién los hermanos Machado escribieron en 1929 La Lola se va a los puertos.
Aquella calle -que desde 1899 se llama Adolfo de Castro– forma parte de mis recuerdos de infancia. Junto a su actual nombre figura aún el azulejo con la antigua denominación. Calle del Molino. De niño me perdía por esos lugares intentando descubrir mundos imaginarios más allá de la plaza a la que solía ir a jugar. Que no era otra que la misma Plaza de San Antonio, levantada sobre el Campo de la Jara. De aquel molino queda hoy el nombre de una tahona que se ubica a principio de calle -en el número 4-, en un edificio de sólo dos plantas. Y que colinda con otra casa que hace esquina con la calle Buenos Aires en cuyos bajos estuvo establecida durante un tiempo una imprenta. Que se llamó hasta el siglo pasado Imprenta León, pero que antes fue la accesoria donde tuvo su escritorio el padre del anarquista (y alcalde) gaditano Fermín Salvochea. He estado visitando hace unos días la Panadería del Molino gracias a la cortesía de su actual propietario, Francisco González. Que me mostró el horno de piedra primitivo en el que sigue elaborando cada día el pan de leña. Y me permitió comprobar que aún existe la vieja cancela de hierro forjado que separa la tahona de la calle. Me introduje en aquella panadería con las alforjas llenas. Porque conocí (y conozco) a los anteriores propietarios, la familia Castellano Pavón. Y porque en esa panadería está la génesis (hasta ahora inédita) de una de las sagas de juristas más importantes de este país, los Rodríguez-Piñero. Conversaba de ello días pasados con mi querido Luis Martí Mingarro, decano del colegio de abogados de Madrid hasta 2007. Y le añadía que -además de saga- tres de sus miembros también conforman dinastía política, puesto que representan otras tantas generaciones de diputados a Cortes en línea directa. Manuel Rodríguez Piñero (reformista), patriarca de la saga. Santiago Rodríguez-Piñero (radical republicano), su hijo. E Inmaculada Rodríguez-Piñero (socialista), ejerciente en la actualidad, además de hija del anterior. En Cádiz -donde nacieron los dos primeros y por cuya provincia fueron diputados- es muy común por parte de algunas instituciones recordar con placas lapidarias a sus mejores hijos. E incluso a algunos que no son hijos. Y pasaron por la ciudad de forma breve. Con tristeza observo que ningún Rodríguez-Piñero haya sido reconocido al respecto. Y más triste aún es que los historiadores locales -salvo honrosas excepciones- tampoco lo hayan hecho. Pero para eso estamos otros. Como también la grandeza de la red.
En el Cádiz isabelino la tahona a la que me refiero era conocida como Antigua Panadería del Molino. Y entre sus especialidades se encontraba el llamado pan de privilegio. O pan blanco, que era privilegio de ricos. Y también las galletas de embarque, que eran unas tortas de harina de trigo que sustituían al pan en las travesías de alta mar. Dirigía el negocio en calidad de propietario Manuel Rodríguez García, hijo de gaditanos humildes. Y casado con María Dolores Piñero del Valle, igualmente gaditana aunque de padre nacido en Marín. También de orígenes humildes. Rodríguez García era de familia panadera. E incluso tenía un hermano mayor de nombre José que por matrimonio había emparentado con la heredera de una importante firma harinera –Hijos de F.J. Merello– que ya existía en el Cádiz inmediatamente posterior a 1812. Fruto de ese matrimonio nacieron cinco hijos, tres de ellos varones. Y cuyo primogénito -de nombre Manuel (1872)- fue educado en el prestioso colegio de San Francisco de Paula, sito en el número 1 de la Plaza de Topete. Que dirigía el alférez de navío Federico Hombre Ochoa. Era San Francisco de Paula un colegio laico, pero con dirección espiritual. Que en aquel tiempo ejercía el presbítero Antonio Alvarez León. En sus aulas se cursaban primera y segunda enseñanza, pero también se preparaban carreras de Estado. Disponía de un gabinete de idiomas, en el que se impartían clases de francés, inglés e italiano. Y las clases de primera enseñanza, elemental y superior tenían un coste mensual de 12 pesetas para los alumnos externos, pués el colegio también funcionaba como internado. El abogado Manuel Rodríguez Piñero -patriarca de la saga- creció entre el olor a pan recién hecho, sus juegos de niño en la Plaza de San Antonio y los trayectos hacia el colegio de la Plaza de Topete, que le obligaban a pasar dos veces al día por la calle Ancha. Una de las vías más concurridas de la ciudad. Y en la que -como escribió Pemán- se saludaban durante la francesada dos cadetes que serían más tarde protagonistas de nuestra reciente historia. Uno llamado Zumalacárregui. Y otro Espartero. Fue Manuel Rodríguez García un adelantado de su tiempo porque antepuso la formación universitaria de su hijo al negocio panadero. Le supuso sacrificios, pero dejó una heredad ordenada entre sus descendientes, uno de los cuales ha llegado a presidente del Tribunal Constitucional. Y otros ejercen (y ejercieron) la abogacía o la docencia en el Derecho en diferentes puntos de España. Ese instinto de anteponer la formación universitaria al negocio familiar no era muy común en la España de entonces, pero sí en la ciudad de Cádiz. Donde la burguesía desempeñó un papel destacado en el siglo XIX. Propiciado por el tránsito marítimo. Mediante el que llegaban las ideas a la ciudad. Y por el peso de un pasado ilustrado que se transmitía de padres a hijos. Manuel Rodríguez Piñero falleció en Cádiz el 9 de junio de 1929, seis años después de que la Dictadura de Primo de Rivera le interrumpiera su mandato como diputado a Cortes.
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Siento profunda admiración por la generación de nuestros bisabuelos y abuelos que tanto lucharon para que sus hijos tuvieran una vida mejor dandoles una solida formación.
Tu artículo me ha llevado a un pasado reciente (1972), nada mas leerlo me ha venido a la memoria mi querido profesor de Derecho Politico Jordi Sole Tura en la Facultad de Derecho de Barcelona, que realizo sus estudios compaginandolos con la ayuda en la panedería familiar en Mollet del Valles.
Fue un magnifico profesor, un gran jurista, un buen politico y padre de la Constitución, Ahí va mi reconcimiento por la red
Veo un programa (creo) en La Sexta, se llama Mi Barrio, a pesar de que lo repiten mil veces yo lo veo las mil veces, hace unos días dieron el Barrio de la Viña de Cadiz, no se si por tercera o cuarta vez , y , yo cada vez lo veo y cada vez tengo mas gana de ir a Cadiz. Ahora ya con la lectura de tu artículo ya no pasa del mes de julio, que viene una amiga mía que vive en Boston y viene con ganas de playa, buena comida, gente simpática y cosas bonitas ,osea que ahi iremos.
Estoy de acuerdo con Mª Angeles, Jordi Sole Tura fue un magnifico profesor. Cuando impartia la asigantura de Derecho Politico en la Facultad de Derecho de Barcelona sus clases siempre estaban llenas y los debates que alli se entablaban eran dignos de un Parlamento.
Conozco una gran saga de juristas catalanes la familia “Faus”.
Esa foto es preciosa muestra la luz especial que tiene Cadiz que contrasta con el mar y sus edificios blancos, ya me sabe a verano.
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Como degenera la vida mira que de tan gran e insigne oficio, como es la taoneria o panaderia llegar a la degenaración de la abogacia. Vaya salto en el vacio intelectual. Bromas a parte no sabia que nuestro gran eilutre ex presidente del Comnstitucinal fuera de esa saga tan insigne de gaditanos ilustres, contigo cada vez que leo tus cronicas aprfendo algo nuevo e interesante. Gracias. Ilustre gaditano.
Hooy Fernando me has llevado a mis años de niñez, juventud, recordar aquellos amigos que había olvidado, lugares, olores, una gran época y si tuviese hijos, intentaría que la vivieran (por supuesto adaptandola a esta generación).
Estos recuerdos me han sacado una lágrima y he sentido una gran nostalgia acompañada de una alegria infinita por lo vivido y por lo recordado!
Feliz fin de semana
Fernando, tu ciudad tiene en ti un buen e ilustrado embajador. Muchas felicidades!
Bon dia!! RT @orgambides Calle del Molino http://t.co/H0uHflcf
El origen no siempre marca el futuro de las personas, por fortuna de cunas humildes han crecido y se han desarrollado grandes personajes, que han aportado sus conocimientos a la humanidad, gracias a la inteligencia y al sacrificio de los padres, que luchaban para dar el bien mas preciado a sus descendientes, la educación. Hace ya unos años este preciado bien estaba al alcance de todos, luchemos para no perderlo. La educación, nos hace iguales.
Una bonita historia. Mis bisabuelos maternos también eran panaderos. Conocidos como Los Molina por ser los propietarios del molino del pueblo, Fuentealbilla.
Inmaculada Rodríguez-Piñero es diputada por Valencia y está casada con un valenciano.
Con tus recuerdos e hist orias me tranportas a mi niñes Pues las panaderias en Mexico eran casi todas de españoles muy trabajadores y hacian un pan unico El olor, que se sentia cuando pasabas te invitaba a entrar aunque fuera a comprar un panecito. Cadiz sigue siendo mi asignatura pendiente .
Curiosísima historia que a través de galeones, negocios de pan y molinos de viento nos conduce a los orígenes de la familia Rodríguez-Piñero.
Los molinos de marea de la costa gaditana, ¿también eran harineros?. ¿Se aprovechaban igualmente los vientos que las crecidas de las aguas?
Suscribo en su totalidad el comentario de Carola.
Pienso que si hurgaramos en los orígenes de las sagas de nuestros ilustres médicos, juristas, etc, nos encontrariamos con verdaderas sorpresas, a titulo de ejemplo la Presidenta del Parlament Català Nuria de Gispert -abogado- hija, sobrina,de letrados y politicos, su tatarabuela Dorotea de Chopitea era de origen chileno.
Seria interesante saber los origenes de los Barraquer -oftalmólogos; de los Riera, agricultores en productos ecológicos etc etc.seguro que nos sorprenderia.
Excelente artículo Fernando
Calle del Molino http://t.co/HGjxSxSo Un príncipe napolitano. La Flota de Galeones. Un molino de viento. Horca de los frances.
Calle del Molino. http://t.co/HGjxSxSo Un príncipe. La flota de galeones. Y la tahona de la Plaza de la Oca. Blog de Fernando Orgambides.
Hermosa historia, Fernando, y también rica, pués rIqueza y variedad cultural es lo que se da en las ciudades que tienen sus puertas abiertas al mar.
Un nuevo viaje pero esta vez a los recuerdos bellos y hermosos que uno pasa por cada etapa de su vida y disfruta de todo aquello que le era y son tiempos idos nunca vueltos pero vividos.
Que todo padre siempre quiere que se siga la tradición de algún negocio que poseen así como a ellos sus padres lo hicieron osea nuestros abuelos y bisabuelos de cada generación,me gusta el articulo como siempre al leerlo me transporte al lugar y vivirlo ahhhh y conocer esa panadería y probar ese pan blanco.
Este articulo me transporta a tiempos pasados, finales del dciecinueve, principios del veinte. España saleindo de sus guerras carlistas, la caida de isabel ii, aquella disparatada “solución” de traer un rey italiano y la I Republica. Luego vino la restauración y los partidos dinasticos, pero el espiritu republicano no se esfumó y este señor al que ustedes se refieren, don Manuel Rodriguez Piñero, fue miembro del Partido Reformista Republicano, de don Melquiades Alvarez, y tuvo que luchar contra los caciques de Cádiz durante varias elecciones hasta conseguir por fin en 1923 el acta de diputados. Le sirvió de poco, como usted dice, porque el golpe del general Primo de Rivera acabó con el parlamentarismo, si es que a aquel regimen de principios de siglo le podemos llamar parlamentario.
Publicado en Sierra, Ubrique
El diputado moderado Santiago Rodríguez-Piñero, primer hijo adoptivo de la II República en Ubrique
4 de abril de 2012 | Autor: Redacción
© Por Fernando Sígler Silvera
(Asociación Papeles de Historia)
Santiago Rodríguez-Piñero (Archivo del Congreso de los Diputados).
Una de las primeras decisiones de carácter simbólico adoptadas al poco de proclamarse la Segunda República española por los gobernantes locales de Ubrique elegidos en los comicios municipales del 12 de abril de 1931 fue la de designar con el título de hijo adoptivo de la villa al diputado gaditano Santiago Rodríguez-Piñero Jiménez. Éste era miembro del Partido Republicano Radical –liderado en el país por Alejandro Lerroux–, que ocupaba entonces el espacio más moderado del espectro político republicano. Los munícipes ubriqueños acordaron además rotular con su nombre la antigua calle Sagasta. Santiago Rodríguez-Piñero, abogado de profesión, era hijo de quien había sido jefe del Partido Reformista en Cádiz, Manuel Rodríguez-Piñero, fue vicepresidente 2º del comité director del Partido Republicano Autónomo (PRA), en el que se integraron las principales figuras de las distintas formaciones del republicanismo gaditano, y fue elegido concejal de la capital de la provincia en los comicios celebrados el 31 de mayo de 1931 –al repetirse los celebrados el 12 de abril por denuncias de fraude–. Recordemos que hace ahora 81 años, tras el paréntesis de la Dictadura de Primo de Rivera y la Dictablanda, el último gobierno de la monarquía se planteó «normalizar» la vida política del país mediante un programa de sucesivas convocatorias electorales. La primera de ellas se fijó el 12 de abril de 1931. Se trataba de renovar la composición de los ayuntamientos, y ésta fue una oportunidad que las fuerzas antidinásticas aprovecharon para plantear estos comicios como un verdadero plebiscito sobre la forma política del Estado (monarquía o República). El único mitin electoral celebrado en Ubrique en esta campaña lo organizó el Círculo Republicano-Socialista en el Salón Siglo XX. Ante un auditorio de 400 personas, intervinieron los republicanos ubriqueños José Esquivel Suárez y Domingo Agüera Domínguez y el futuro diputado Santiago Rodríguez-Piñero.
Fueron las primeras elecciones en mucho tiempo limpias y transparentes. En Ubrique se votó en cinco colegios electorales, ubicados en las dos escuelas nacionales de la ermita de San Pedro, la oficina de Sanidad de la calle Ingeniero Juan Romero Carrasco, la escuela de la calle Sagasta y una casa particular de la calle Toledo. Sabemos que en el conjunto del país el triunfo cualitiativo correspondió a las candidaturas antidinásticas, reunidas en la Conjunción Republicano-Socialista, y fue tan significativa su victoria (en concreto, en 41 capitales de provincia) que los resultados de unos comicios municipales provocaron la caída de todo un régimen. Al conocerse estos resultados el país se echó a la calle, España se convirtió en una verdadera fiesta democrática, y el 14 de abril de 1931 fue proclamada oficialmente la II República española.
En Ubrique las elecciones del 12 de abril dieron la victoria también a la Conjunción Republicano-Socialista, que obtuvo cinco concejales; la lista monárquica logró cuatro y hubo cinco independientes.
Entonces las listas eran abiertas y el elector podía confeccionar a su gusto el orden de los elegidos. En Ubrique el más votado fue Francisco Vallejo Canto, hojalatero de profesión, miembro del Partido Republicano Radical (que, como hemos dicho, pese a su denominación, ocupaba un espacio moderado dentro del espectro republicano). Junto con Vallejo fueron elegidos igualmente dentro de la conjunción vencedora José Esquivel Suárez, industrial zapatero y miembro del Partido Radical; Pedro Rubiales García, comerciante sombrero y asimismo del Partido Radical; Rogelio Moreno del Castillo, obrero petaquero y socialista independiente; y Andrés García Fernández, petaquero, socialista y dirigente de la Sociedad de Obreros Petaqueros, de UGT.
Fuente: Papeles de Historia, nº 3, pág. 175.
Fue Vallejo, precisamente, como representante del Círculo Republicano-Socialista, quien, junto con el líder de la Juventud de esta coalición, Gregorio Crespo, firmó la solicitud de autorización para celebrar por las calles de Ubrique el advenimiento de la República. Los ubriqueños se manifestaron el 15 de abril e izaron la bandera tricolor en el balcón del Ayuntamiento. El día siguiente, 16 de abril, a las nueve de la noche, se constituyó oficialmente la nueva corporación salida de las urnas. Aquélla fue una jornada histórica(1).
En el ambiente dominaba la ilusión por el nacimiento de un régimen anhelado durante décadas porque la República representaba una oportunidad para crear una sociedad que eliminara la injusticia social y un sistema político verdaderamente democrático que superara la lacra del caciquismo y la oligarquía de la época de la Restauración.
Muestra de este ambiente de amplio acuerdo ciudadano con el que nació la República es que en Ubrique todos los grupos apoyaron al candidato a alcalde y eligieron para presidir el primer Ayuntamiento republicano a José Esquivel Suárez. Por su parte, Francisco Vallejo fue elegido primer teniente de alcalde.
Así pues, los republicanos radicales que ocuparon los principales puestos de responsabilidad en el Ayuntamiento eran correligionarios de Rodríguez-Piñero, quien había sido, junto con el también dirigente radical Manuel Moreno Mendoza –primer alcalde republicano de Jerez–, su valedor en las instancias políticas de la provincia.
Rodríguez-Piñero formó parte de la candidatura republicano-socialista que concurrió a las elecciones generales a Cortes Constituyentes celebradas el 28 de junio de 1931, y fue elegido diputado por la circunscripción gaditana, en la que resultaron electos los diez candidatos de la lista antidinástica. En Ubrique, Rodríguez-Piñero fue el más votado, con 1.438 sufragios, con una diferencia de más de cien votos sobre el segundo y el tercer candidatos más respaldados (el radical-socialista Muñoz Martínez y el socialista Roma Rubíes). El abogado radical venció en las dos secciones del primer distrito electoral ubriqueño, en las dos del segundo distrito y en la sección única del tercer distrito(2).
Fuente: Papeles de Historia, nº 3, pág. 181.
El nombramiento de Rodríguez-Piñero como hijo adoptivo de Ubrique se acordó en una sesión extraordinaria del Ayuntamiento celebrada el 4 de julio de 1931. Asistieron a la misma el alcalde, José Esquivel, los restantes concejales de la mayoría republicano-socialista, Francisco Vallejo, Pedro Rubiales, Rogelio Moreno y Andrés García, los monárquico-conservadores Salvador García, Pedro Bohórquez Vecina, José Bohórquez Vegazo y Francisco Lobatón y el independiente Ernesto Corrales.
Ediles asistentes a la sesión extraordinaria del Ayuntamiento de Ubrique celebrada el 4 de julio de 1931 (AHMU, Leg. 20, f 82v).
Fue el alcalde, José Esquivel, quien presentó la propuesta de reconocimiento al diputado gaditano. En un escrito fechado el día anterior y que fue debatido y votado favorablemente en dicha sesión, Esquivel expresó que se sentía intérprete de un «unánime deseo de las fuerzas vivas de esta población». Lo presentaba como «persona de toda honorabilidad y prestigio, ilustre abogado gaditano, diputado electo para las Cortes Constituyentes» y decía de él que desde hacía tiempo venía «demostrando como a todos consta, un vivísimo interés para beneficiar la villa, habiendo demostrado su nobilísimo deseo en las ocasiones que se le han presentado, sirviendo y favoreciendo a varios vecinos». Insistía el alcalde en que «en las diversas veces que nos ha honrado con su visita hemos podido apreciar sus buenos deseos, enterándose con sumo interés de los problemas locales para aplicar la suma actividad en sus soluciones, ofreciéndose en todo y por todo»(3).
El alcalde dejaba claro, pues, que su homenajeado era una figura con autoridad para hacer valer en las instancias administrativas superiores las demandas de los ubriqueños.
Esquivel abundaba en su elogio hacia el dirigente radical: «A este hombre que tan joven llega a ostentar la representación en Cortes lleno de amor por su provincia y preferentemente por Ubrique, ha de servirle de poderoso estímulo que el pueblo se pronuncie a su favor». A este respecto, proponía que se le rindiera un homenaje «por modesto que éste sea y que muy bien pudiera consistir en declararle hijo adoptivo de la villa y rotular una calle con su nombre (pudiendo ser ésta la de Sagasta, cuyo nombre pasó a la Historia)».
La intención del alcalde ubriqueño era contar con una referencia política en la provincia y en las instituciones de la capital de España y cuyo papel fuese el de servir de vehículo de las reivindicaciones y necesidades que debían satisfacerse en la localidad. Así justificó Esquivel su propuesta: «Ruego a los señores concejales tengan presente los vitales problemas que tiene el pueblo pendientes y que únicamente pueden resolverse con la protección del Estado, movido por los diputados a Cortes: construcciones de carreteras, caminos vecinales, puentes, escuelas, pago de alquileres de casas, paro de obreros, falta de trabajo, etc., etc.». El primer edil subrayó esta idea: «Ubrique necesita dar señales de vida no omitiendo gestión alguna si ha de conseguir algo del Estado. Pensad que tanto año abandonado de toda protección oficial ha poco menos que agotado la fuerza económica del pueblo, que todo ha tenido que resolverlo con sus propios recursos, siendo tan reducida su riqueza y su término».
Tras ser debatida esta propuesta, «convinieron todos los señores concejales en apreciar las excelentes dotes de cultura, actividad y trabajo que adornan al letrado don Santiago Rodríguez-Piñero, así como la preferente atención que Ubrique le merece, mostrada en el marcado interés que pone en todos los asuntos que a él se refiere, acordando por unanimidad nombrarle hijo adoptivo de Ubrique y que se rotule con su nombre la calle hoy denominada Sagasta».
Acuerdo de nombramiento de Rodríguez-Piñero como hijo adoptivo de Ubrique (AHMU, Leg. 20, f 83v).
El predicamento de Rodríguez-Piñero se fue diluyendo en el municipio paralelamente a la crisis institucional que vivió el gobierno local con el distanciamiento entre los ediles socialistas y los radicales, en especial, tras los sucesos revolucionarios de enero de 1933 y la huelga general celebrada del 2 al 4 de marzo siguiente. En las siguientes elecciones generales, celebradas el 19 de noviembre de 1933, en las que se registró una abstención superior al 71% del electorado, triunfó la candidatura del Frente de Derechas, en la que José María Pemán, de Renovación Española, cosechó el mayor número de votos, 629. Por su parte, Rodríguez-Piñero, que no resultó elegido, fue el candidato radical más votado, con 410 sufragios, mientras que los aspirantes de izquierdas tuvieron en torno a 180. Finalmente, en las elecciones generales del 16 de febrero de 1936, que dio el triunfo al Frente Popular, en Ubrique, con una participación superior al 60%, el candidato más votado fue Manuel Muñoz Martínez, máximo dirigente gaditano del Partido Republicano Radical-Socialista, luego integrado en Izquierda Republicana, con 1.890 sufragios.
Rodríguez-Piñero siguió alineado en el sector lerroxista del radicalismo gaditano y abrazó la orientación derechista de este partido. Frente a esta tendencia, los radicales ubriqueños, liderados por Francisco Vallejo, se alinearon con el sector más a la izquierda del radicalismo y se integraron en el partido Union Republicana, dirigido por el sevillano Diego Martínez Barrio.
Finalmente, la Gestora del Frente Popular revocó en 1936 el nombramiento de Rodríguez-Piñero como hijo adoptivo de Ubrique y en el cambio de nomenclátor propuesto por el gestor de Izquierda Republicana Manuel Arenas Guerrero «El Americano» se decidió cambiar el nombre de la calle Rodríguez-Piñero por la de Manuel Azaña(4).
Notas:
(1) Sígler Silvera, Fernando: «Discurso pronunciado en el acto de conmemoración de la proclamación de la II República en Ubrique, organizado por IU», en El Periódico de Ubrique, 15/4/2011 (http://www.elperiodicodeubrique.com/hemeroteca/modules.php?name=News&file=article&sid=4830).
(2) Sígler Silvera, Fernando: «El voto (y la abstención) en libertad. Las elecciones de la Segunda República en un nucleo rural: Ubrique», en Papeles de Historia, nº 3, pág. 181.
(3) Archivo Histórico Municipal de Ubrique (AHMU), Leg. 20, ff 182v-183v.
(4) El cambio del nomenclátor se aprobó el 23 de marzo de 1936. Morales Benítez, Antonio y Sígler Silvera, Fernando: Después del olvido. Ubrique, Papeles de Historia, 2006, pág. 29. Tras el triunfo de la sublevación contra la República, la calle se denominó José Antonio Primo de Rivera. En 2006 el pleno del Ayuntamiento de Ubrique aprobó, a propuesta de Izquierda Unida, el cambio de dicho nombre por el de Botica.
Los padres queremos lo mejor para los hijos y darles estudios supone un sacrificio pero es importante para que se desenvuelvan en la vida, aunque ahora esta todo muy dificil con estudios o sin ellos.
Hola Fernando
Me ha parecido muy interesante tu artículo tanto por la mención de personajes insignes como por la descripción de los lugares por donde dejaron huella. Nunca he estado en Cádiz y después de leer todos los artículos dedicados a esta hermosa ciudad, te aseguro que no tardaré en visitarla.
Ya te contaré.
Por cierto, eres como una enciclopedia, te llamaré “orgampedia”
Esos colegios del siglo XIX eran impresionantes, salías preparadísimo.
Me ha gustado mucho tu artículo y por el conocer los orígenes de nuestro Presidente del Tribunal Constitucional Rodriguez Piñero de los años 90, ello me abre la curiosidad a indagar en los orígenes de otros insignes personajes.
Que orgullo sentirían Manuel Rodriguez y Dolores Piñero si vieran lo que han logrado con su esfuerzo, realmente merecen un homenaje ellos y tantas familias anónimas que han conseguido que sus hijos mejoren en la vida a nivel cultural, económico y social .
Me gusta conocer estas historias, gracias Fernando.
Grandioso artículo cuya lectura emociona a todo quienes sentimos la familia como impulsora der nuestro futuro. Yo no hubiera llegado a lo que soy si no fuera por el sacrificip de mis padres y de mis abuelos anteriormente.
Lo importante es que haya en cada familia poersonas visionarias que sepan anteponer los intereses mercantiles al futuro de las generaciones que le siguen.
Muy logrado, Orgambides. Un cordial saludo.
Manuel.
Me ha parecido bonita la historia de esta saga ,de unos padres humildes hijos tan estudiados y brillantes ,veo por la historia y el comentario ultimo y documentado que fueron unos liberales la pena fue que cayeran pronto en el olvido y la nomenclatura de las calles sea segun el partido que haya .