Conocí los bulevares de Montparnase y Saint-Germain-des-Prés de la mano del mejor guía que ha podido tener un español en Paris. Me refiero a Feliciano Fidalgo, hombre de gran corazón, inolvidable amigo y primer corresponsal del diario El País en la capital francesa. Fidalgo ya no está con nosotros y cuando murió, en noviembre de 1999, el periódico al que entregó todo su talento publicó una nota necrológica -firmada por el periodista Jesús Rodríguez- que encierra una frase escueta definitoria de su rebosante personalidad: Feliciano era Paris. Desde entonces guardo el recorte de esta nota conmigo. Y cada vez que viajo a esa ciudad me acuerdo de aquel domingo, a mediados de los ochenta, en que Feliciano me enseñó con su cálido magisterio la historia que encierran estos dos grandes bulevares, con escala para almorzar en la Brasserie Lipp, tras asomarnos al Café de Flore y pasar antes por la La Coupole, donde hizo una reserva para el día siguiente. Desde entonces, Lipp, La Coupole y el Café de Flore los integro en mis visitas parisinas, que hago ultimamente cada otoño, gracias a los vuelos de bajo costes y a un coqueto hotel cerca de la plaza de la Vendôme que me hace un buen precio.
A la Brasserie Lipp se accede por una puerta de tambor a la que siguen paredes que hablan y que recrean espacios imaginarios de tertulias de sobremesa que ya no existen. Lugar de cita de intelectuales, políticos y artistas -que son los que historicamente vienen dando vida a esta zona de la margen izquierda del Sena-, esta cervecería asociada al bel sprit fue fundada en 1880 por el matrimonio alsaciano compuesto por Leònard y Petronille Lipp, que introdujeron allí para siempre lo mejor de la cocina regional franco-alemana, que incluye un excelente foie gras y un sabroso codillo con chucrut. Pero las instalaciones actuales de Lipp datan de los años veinte, cuando lo empezó a regentar Marcelín Cazes y cuyos herederos han hecho posible que todavía hoy las podamos disfrutar intactas. Un día, ya sin Feliciano, coincidí allí con el ex presidente portugués Mario Soares que, aprovechando una escala en Paris procedente de África, no dudó en escaparse unas horas a este emblemático restaurante del boulevard de Saint-Germain, donde antaño se reunían Proust, Sartre, Malraux y Saint-Exaupery. O, ya en el último tercio del siglo XX, frecuentaban Mitterand e, incluso, sus contrincantes Pompidou y Giscard, presidentes anteriores a aquel y enemigos entre sí, que llegaron a elegir una de sus mesas para poner fin a sus disputas políticas. En los salones de Lipp también se fraguaron conspiraciones históricas relacionadas con las guerras de Indochina y Argelia. Y en sus puertas se desarrolló en 1965 un suceso que dio entonces la vuelta al mundo, el secuestro del lider opositor marroquí Ben Barka, víctima de una trampa que le tendió el servicio secreto de Hassan II en connivencia con Francia.
Muy cerca de Lipp está el Café de Flore, fundado en 1887 y que debe su nombre a la diosa Flora de la mitología romana. Sus primeros clientes eran intelectuales reaccionarios amparados por el periódico extremista Action Française, cuya redacción se encontraba en el piso superior. Pero, ya en años de la Primera Guerra, fue elegido por Apollinaire para sus citas con Max Jacobs y André Breton, entre otros, convirtiéndose hasta nuestros días en lugar de encuentro de creadores de ideas avanzadas, como Jacques Prevert, Pablo Picasso o Simone de Beauvoir, antes de la ocupación de Francia, y Ernest Hemingway, Truman Capote y Marguerite Duras, en la Francia libre. Ya en el boulevard de Montparnase se encuentra La Coupole, a cuya inauguración en 1927 acudieron 2.550 invitados, para los cuales se descorcharon 1.200 botellas de champaña. El primitivo local incluía un salón de baile, pero los tiempos han acarreado reformas y añadidos a modo de copia art decó. Y la vieja – pero también joven- y entrañable La Coupole se circunscribe a un amplio y exquisito salón de cinco metros de altura sostenido por 24 pilares, todos ellos decorados por artistas de los años fundacionales, como Matisse, Léger y Marie Vasilieff. Por La Coupole han pasado los mismos clientes distinguidos que frecuentaban Lipp o el Café de Flore, devoradores de sus steak tartare, crep-suzette o cordero al curry, siempre regados con aceptables borgoñas y burdeos de la casa servidos en pichet o en botella de marca. Un lugar donde nunca estuvo Modigliani -que falleció en 1920-, pero en quien sus actuales propietarios han encontrado un reclamo dándole nombre a uno de sus platos estrella, un corazón de solomillo sobre base de pan frito cubierto por una porción de foie gras bañada en salsa Perigord.
Paris la ciudad de la luz, y vaya que te ilumino. Que maravilla de relato, de verdad me ha gustado muchisisimo.La descripcion de estos emblematicos lugares, los personajes que acudian a desgustar, a convivir . Ahi se quedan sus almas y por eso tienen tanto que decirnos a traves tuyo. Son lugares , que si algun dia voy a Paris prometo no perdermelos, y me comere un Modigliani “””que lujo para todos los sentidos””””
¡ París¡ la ciudad mas bonita del mundo. En mi primera visita a París, mis guias también fueron de lujo se llamaban Pepita y Paco, Josep M, Beatriz y Gerard, hijos de exiliados españoles , ya afincados en París, eran republicanos, pero a mí me trataron como a una reina. Conocí sus barrios, sus mercados, las casas en las que vivían en las tenían que compartir la toilette con sus vecinos, no pude entonces conocer la Braserie Lipp, ni La Coupole porque mi presupuesto no daba y el de mis anfitriones tampoco, pero la acogida de mis compatriotas, también fue muy emocionante y pensé lo injusto que era que por pensar distinto no puedas vivir en tu país.
Pasó mucho tiempo hasta que volví a París, y fue en otoño como tu Fernando, es la época mas bonita, ahí si tuve el placer de sentarme en la Braserie Lipp, y degustar un Modigliani, recorrí sus encantadores boulevares y como el tiempo lo permitió pude tomar un helado en el Café de Flore. Os recomiendo un hotelito que descubrí en La Place des Vosges, donde se encuentra la casa de Victor Hugo, en pleno barrio del Marais, tiene un patio que es todo un refugio de paz, es el Pavillon de la Reine.
Con este artículo me adelanto a preparar la maleta, me has recordado que el jueves ceno en París, posiblemente en Lipp , pero está vez será distinto, porque gracias a tí he conocido su historia, la foto es preciosa.
indiscutiblemente los articulos de sus viajes son los que mas me
gustan. tienes la facultad de transportar al lector contigo que
disfruta del viaje y al mismo tiempo le entran ilusiones renovadas por volver al punto visitado.
ya me diras el hotelito, que esa informacion es interesante aunque no me hagan precio
Paris,Oh Paris, ciudad de la Luz conocida mundiamelte por la esplendidez de sus momumentos, cultura, cocina etc.
Magnifica descripción de “la rive gauche” especialmente de los restaurantes y cafés frecuentados por intelectuales y politicos de izquierda.
Gracias a Mª Angeles Santiveri por acordarse tan tiernamente de mi familia, también de izquierdas que después de su éxilio han formado sus repectivas familias con franceses ,integrándose totalmente en la nación francesa, sin dejar de hablar correctamente el catalan. y castellano.
Con 18 años conocí Paris (1966) de la mano de mis tios y sus cuatro hijos, viví con ellos tres meses y desde entonces viajo a Paris a menudo. Desde hace años que puedo permitirme el lujo de cenar o tomar un café en La Coupole; Jules Verne (2ª planta de la Torre Effiel) donde la cocina francesa brilla por su excelencia; los bristrots (L’avant Goût) etc . sin olvidar el Paris de “le marche aux puces”; las explendidas librerias (Shakaspeare); el quartier latín y tantos sitios que conocí de la mano de mi familia a la que tengo que agradecer su dedicación cada vez que viajo a Paris.
Desde aquí quisiera rendir un pequeño homenaje a Pacp,Pepita,Beatriz y josé sin olvidar a sus padres,Paco y Antonia por la labor anónima que en tiempos tan difíciles de la pos-guera española y mundial, durante el poco tiempo que disponian, lo dedicaron a ayudar a tantos y tantos españoles exilados; Los ocultaban en sus casas, les ayudaban a buscar trabajo; a conseguir “papeles” para que pudieran circular libremente por Paris; a buscar donde cobijarse etc etc.
labor solamente reconocida por quienes los amamos.
Cuando uno llega a Paris no quiere dejar escapar nada de aquello que ha visto en postales, revistas, televisión…., la ciudad de la luz se descubre entre elegante y mundana, creo que jamas olvidaré mi visita a Paris por muchos años que hayan pasado, todo se quedo grabado en mi mente como secuencias de un filme….. donde degusté por primera vez una ensalada tibia, donde aprecié los colores en el Jardin de la Abadia o multiples olores en el jardin de los aromas, donde vi al pensador o donde me senti transportada al siglo XVII en el palacio de Versalles, sin olvidar todos los rincones de la ciudad que te absorben sin que hagas nada por impedirlo. Prometi a mi hermano, fans incondicional en aquel tiempo de Jim Morrison, que iria a ver su tumba y creo que fue la primera vez que vi en un cementerio las tumbas de tantos poetas, escritores y músicos juntos, hasta en eso la ciudad es única.
La próxima vez, que seguro la intentaré recorrer por todos los rincones que mencionas y que doy por seguro que valen la pena y que completarán mi visión.
Ciudad de arte, de gastronomía. Ciudad cinematográfica. Ciudad de perfumes, y bicicletas. La ciudad de “El Beso”, la también inolvidable foto de Robert Diosneau.
Hace ya tantos años que no vuelvo a París que tu texto me invita a plantearme seriamente una próxima visita. Además, intentaré que sea en otoño y cuando esté allí no dudaré en ir a conocer los lugares tan llenos de historia que nos recomiendas
Que maravilloso es viajar, pero lo mejor es cuando se humanizan las ciudades en las que estamos y, a partir de este momento, dejan de ser simples construcciones frías para el resto de nuestra vida, para convertirse en lugares en los que, aunque sólo hayamos estado una sóla vez, ya forman parte de nuestra vida y los recordaremos siempre. Yo estuve en París cuando tan sólo tenía ocho años, fue un viaje que hicimos toda mi familia, arrastrados (afortunadamente) por mi padre gracias a su afición al ciclismo; era el último año que Indurain ganó el Tour. París es preciosa, grandiosa, mágica, pero cuando recuerdo mi viaje, lo primero que se me viene a la mente es la cara de mi padre llamando a Indurain a grito ‘pelao’ durante las últimas vueltas de los ciclistas por los campos eliseos; la ilusión de mi padre, eso es París para mi.
Cada vez que leo uno de tus relatos, me doy cuenta de que aún me quedan muchas cosas por hacer. Me encantaría visitar París, conocer sus monumentos y algunos de esos bellos rincones de los que hablas en el texto. Sin duda, es uno de esos viajes que, tarde o temprano, tengo que realizar.
Me he metido en tu blog porque me lo ha dicho mi madre., Me ha encantado y lo mas genial, es que estoy en París, trabajando en un bufet de abogados los dos meses de verano, hago prácticas de derecho y perfecciono el francés. Aunque no si será muy caro, por la foto lo parece, iré a la Brasserie Lipp, por lo menos a ver el lugar donde se tramaron conspiraciones, secuestros y donde se sentaron tantos intelectuales a comer cosas tan suculentas
Voy a iniciar mis vacaciones el jueves en París, para desde allí hacer un recorrido por la Bretaña. Me ha venido fantástico leer lo que nos cuentas de París, no voy a dejar de visitar todos los lugares que mencionas en tu artículo tan bonito, estoy entusiasmado con lo que me espera.
Sigo tu blog, me gusta muchisimo cuando hablas de tus viajes, logras transportarme al lugar que estas describiendo , me paso con Edimburgo, con Marruecos, ahora París.
No deberías privarnos por mas tiempo a tus seguidores blogueros de un libro de tus viajes, con tus sensaciones sobre las ciudades, las personas, los paisajes, y todos los conocimientos que tienes y también las muchas anécdotas que seguro te habrán ocurrido.
Esta semana visitaré Paris, debe hacer unos quince años que estuve allí por última vez. Este artículo me ha hecho recordar lugares con encanto y me ha despertado una gran ilusión por el viaje.
Estoy en Paris en estos momentos, me encanta esta ciudad. Ya que todavia no he visitado todo lo que me gustaria ver, voy a incluir en mi programa de visitas La Coupole.
Estimado Fernando: Me tengo que poner serio. Lo tuyo ya no es una invitación, en mi caso es una provocación. Cuando aún me quedan casi dos semanas para las vacaciones, después de un año cansadísimo y mientras me debato entre ir y no ir a París, cuando ya casi teía decidido esquivar esa OBLIGACIÓN para cambiarla por algo más recoleto y/o reposado, tipo Bélgica (necesito chapurrear mi francés) y Holanda, me escribes esto y….Me dejas tocado. Vamos a ver: ¿Qué necesidad tengo de que todo el mundo sepa que aún no conozco París? Viví en el sur de Francia, concretamente en Montpellier en la porimavera de 2001 y, la verdad, por culkpa de una empresa periodística de dudoso pelaje, no me alcanzó para pillarme el TGV y pasarme tres diítas en la ciudad de la luz.
En quincenas siguientes también he estado en NIZA y tampoco
encontré la ocasión para subir al norte y….Bueno. El año pasado, a última hora , evité París y lo cambié por Italia porque es como esa asignatura o ese final dulce del pastel que estoy reservando para degustar con tiempo pero…Escritos como el tuyo me recuerdan que no hay que dejar pasar el tiempo y se deben aprovechar las ocasiones. Lo único que en esta época está muy llena, es más caro y hace calor pero….Bien vale una misa, no? mi cuñado ENRI es de París, mi hermano mayor ENRI (otra vez) va a casi todos los años, es un auténtico experto y por eso, es de esas ciudad que CASI creo que conozco, ése es el consuelo que me pongo por NO CONOCERLA EN ABSOLUTO, claro está. No sé si alguno de los cafés que mencionas es en el que Jodorowski lee la buenaventura, otro capricho kich que tengo para cuando vaya que, mucho me temo puede ser en cualquier momento. Sólo tengo el inconveniente de que prefería un viaje, por primera vez, que fuera reposado (por mi y por mi pareja) y, mucho me temo que mi corazón y mi felicidad no me dejarían parar en París…
Gracias por tu escrito. con tu permiso lo pasaré a word y te contaré mi impresión cuando vea estos lugares.
Me sorprende que en todos los comentarios,no se hable de la grastronomia francesa , de sus grandes cocineros,Alain Ducase, Bucusse etc, asi como de los grandes diseñadores Dior, Laroche,Chanel quienes con sus diseños siempre han estado los primeros en la alta costura moviendo una industria muy importante para el pais.En Paris todo diseñador que se precie tiene su tienda de exposición que logicamente los modelos no son llevables pero si que es una gozada verlos porque muestran la imaginación de sus creadores.
Tampoco hay que olvidar que en Paris se encuentran los más importantes anticuarios quienes también muestran sus piezas de collección.
Hablar de Paris es hablar de esquisitez, de magnitud, grandiosidad,tienes tema para dias, me dan envidia las personas que estos dias se desplazan a la capital del mundo.
A tu elegante relato en el maravilloso recorrido en el que nos sumerges por los Bulevares parisinos y los célebres restaurantes y cafés , me gustaría añadir – si me permites-
El Café de la Paix. Otro rincón que se encadena a la excelencia de La Brasserie de Lipp, El Café de Flore y La Coupole, que tan exquistamente nos describes .
El Café de La Paix es indudablemente un balcón privilegiado
para observar Los Bulevares y La Opera de París. Dicen que Giusseppe Verdi encontró ahí un lugar ideal de inspiración.
Maria Callas, Orson Welles, Yves Montand y Emile Zolá, formaron parte de la granada clientela que congregó artistas, escritores, periodistas y gente del Teatro.
La pasada primavera estuve en París. Recuerdo especialmente un sábado de lluvia iluminado con la colosal
cúpula de luz de La Coupole. Yo pedí el steak tartare. Hoy me entero gracias a tí, Fernando, que hay otra especialidad, nada menos que el plato estrella: Modigliani! Pero lo que más siento es que se descorcharan 1200 botellas de champagne! Sin mì!
Y me entra una nostalgia inmensa e inalcanzable en el tiempo
de no haber estado entre esos 2500 invitados.
Abrazo París desde el recorrido por El Sena. Una mirada
distinta flanqueda de gaviotas y arquitectura monumental.
Al Rey Enrique IV de Francia y III de Navarra le pudo más el poder y se convirtió al Catolicismo para abrazar la Corona.
Y pasó a la historia con aquella frase de : “París bien vale una misa”. ..Y creo que muchísimo más…
Siempre nos quedará París… Una frase mítica que supera incluso la magia de esta ciudad, incuestionable y única. Afirmar que “siempre nos quedará Paris” destierra como por encanto la soledad, la angustia que provoca la duda, la desesperanza y preserva para siempre un momento de felicidad, ése en el que recalar cuando nuestro mundo se deshace bajo los pies… poco importa que la conozcamos o no! Vayamos en pos de nuestros sueños y si alguno no lo alcanzamos, amigo mío… SIEMPRE NOS QUEDARÁ PARÍS!!
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Me gusta esta descripción de los bulevares de mi ciudad natal. Felicitación!