Los periódicos me abruman con la sucesión de Zapatero. Sólo me fijo en una fotografía de El Mundo donde aparece Carme Chacón con el sociólogo José Andrés Torres Mora. El factotum de Tomás Gómez en las primarias de Madrid. Esa imagen de ambos juntos me hace sonreir. Porque conozco a Torres Mora. Y lo veo ya combatiendo con astucia a Rubalcaba si se somete a concurso. Tampoco me interesan los litigios socialistas en Andalucía. Que la radio se encargó ayer de contar en demasía. Hoy luce en Madrid un día primaveral. Que contrasta con la lluvia ácida que descargan los periódicos. En la que incluyo el último barómetro del paro. 4,3 millones de desocupados a una media de 1.110 personas por día. Habilmente El País rompe la inercia de las portadas. Y abre su edición con las 11.500 toneladas de agua radioactiva que Japón ha vertido al mar. Cantidad equivalente a la de cinco piscinas olímpicas. Todo un aviso para navegantes. No obstante, lo que más llama mi atención es la noticia sobre el hallazgo en los fondos del Atlántico de los restos del Airbus 330 de Air France que desapareció en 2009 cuando realizaba el vuelo Río de Janeiro–Madrid con 216 pasajeros a bordo. Así comprendo el éxito que suelen tener en prime time los filmes que se desarrollan en torno a sucesos misteriosos como el de este avión que se tragó el Océano hace dos años. Y adivino el fracaso que supondría una telemovie sobre las ambiciones políticas de Rubalcaba. Creo que me estoy haciendo mayor. O en todo caso me estoy acercando a lo que desea la mayoría de la gente en este país. Que es muy distinto a lo que piensan los políticos. Y a lo que creen determinados comunicadores. Lo hemos visto con el taquillazo de Torrente IV. Pese a que no me gusta nada el cine que hace Santiago Segura reconozco su inteligencia al construir una película tan vacía como divertida que está haciendo feliz a muchos.
De vez en cuando desayuno en la Cafetería Santander de Alonso Martínez. Y esta mañana dos muchachas apuraban sus cafés comentando la telemovie sobre la duquesa de Alba que está ofreciendo Telecinco. No suelo ver televisión. Y me parece deplorable la programación de la cadena de Berlusconi en España. Pero para vergüenza mía debo reconocer que cuando leo dejo Telecinco como murmullo de fondo. De manera que a veces me siento interrumpido a conciencia. Yo conocí bastante a Jesús Aguirre, segundo duque consorte de Alba. Con quien pasé horas de grata tertulia en el sevillano Palacio de las Dueñas. Convirtiéndome a veces en receptor de algunas de sus confidencias. Por lo general relacionadas con su sufrimiento dentro de aquella Casa. Me irrita como ha sido presentado por Telecinco. Maleducado. Soberbio. E histérico. Perfil falso. Porque era un hombre florentino. De genio, pero también de educación exquisita. Muy sensible. Y sobradamente culto. En ocasiones pecaba de petulancia, pero eso se lo había contagiado la Casa de Alba. Es muy probable que los guionistas de la telemovie hayan bebido en aguas envenenadas. Sobre todo en Sevilla. Y a sabiendas del odio que le tenían a Aguirre en esa ciudad ciertas clases sociales. Las mismas que, con sus vetustos titulos nobiliarios, le exigieron al alcalde Rojas Marcos su cabeza como comisario sevillano en la Expo 92 porque le consideraban un intruso. Me da mucha pereza detenerme en cuestiones tan estúpidas como estas. Y difícilmente de explicar en el siglo XXI. Pero en Sevilla hay mucha gente de la Edad del alcanfor. Y a veces se salen con la suya.
Desciendo al metro con la noticia del Airbus en la cabeza. He leido en el periódico que el hallazgo se ha producido a 4.000 metros de profundidad. Mediante un robot submarino que ha captado imágenes del tren de aterrizaje, la carlinga y parte de las alas. También se han encontrado restos de cadáveres, aunque en su día se rescataron hasta 56 flotando en el mar. Hasta ahora la tragedia se ha estado manejando mediaticamente como uno de los grandes misterios de nuestro tiempo. Pese a que sólo han transcurrido dos años desde que se produjo la desgracia. Pronto saldremos de duda sobre lo que realmente pasó caso de que se localice la caja negra. Pero de momento lo ocurrido está sujeto a la especulación. Que va desde una tormenta tropical a la explosión de una bomba, pasando por la posibilidad del fallo mecánico. Si en el tiempo transcurrido se hubiera estrenado una película sobre la tragedia añadiéndole cualquier causa morbosa puedo asegurar que iba a resultar muy difícil sustituir la ficción por la realidad. Porque cuando el cine -o las telemovies– certifican su versión, la realidad de los hechos -la verdad, en suma- tiene muy poco valor. E incluso es preferible aparcarla porque no resulta comercial. Las cosas son así. Y lo mismo que en el cine ocurre en la literatura. Que a veces es más cruel cuando describe. O narra. De repente he llegado a la estación de destino entretenido con este debate interior. Que en la superficie sería absurdo. No me puedo creer que hayan transcurrido 25 minutos de metro sin que nadie hable de Zapatero. De su sucesión por Rubalcaba. O por Carme Chacón. Es una pequeña licencia que se permite este mundo suburbano lleno de miradas en silencio. La luz solar me devuelve al barómetro del paro. 4,3 millones de desocupados a una media de 1.110 personas por día. Que es la preocupación mayor de los españoles. Porque lo demás es evasión. Llámese Torrente IV, el duque manipulado o el avión que se tragó el mar. Este país está triste.