Cada primavera, Londres se desnuda de sus interminables días de frío y lluvia, siempre embutidos de melancolía, silencio y espera. Y también de sus noches oscuras y solitarias, retratadas con niebla y a golpe de casco de caballo en las novelas de terror. Cuando luce el sol, Hyde Park es más verde que nunca, el remate del Victoria Memorial [1911] se convierte en luminaria antorcha y el Támesis acredita espejos de una excelsa e inigualable arquitectura urbana, desde Westminster a Greenwich. Ora la City, ora San Pablo, el Parlamento y la torre neogótica [desde 2012, Elizabeth Tower] que acoge a la popular campana Big-Ben, conjunto actualmente en obras. Al oeste de Oxford Street, significado hoy por Mark&Spencer, se cruzaban dos calzadas romanas. Y muy cerca de ellas, en lo que era Tyrbun, cerca del actual Arco de Marble, se encontraba la horca. La ejecución del ladrón Jack Sherpard [Caballero Jack] el 16 de noviembre de 1724 atrajo a 200.000 personas, más de un tercio de la población de la ciudad en aquel momento. Sherpard fue conducido al cadalso en carreta, en un cortejo que se detuvo en una taberna para que pudiera cumplir su última voluntad, un trago de jerez. Décadas antes Tyrbun había sido escenario de la segunda muerte del republicano Oliver Cromwell [la primera fue de malaria], impulsor de la revolución que depuso y mató al rey Carlos I. Restablecida la monarquía, Carlos II [hijo del anterior] tomó la cruel decisión de desenterrar el cadáver de Cromwell de su sepultura en Westminster. Y someterlo al ritual de una ejecución pública [30.01.1661], siendo seccionada la cabeza del tronco para ser expuesta [24 años] a la vista de sus súbditos como escarmiento.
Cromwell, cuya cabeza pasó a manos de coleccionistas hasta que en 1960 fue definitivamente enterrada, llegó a alcanzar el título de Lord Protector de la Commonwealth [1653-1658], con poder sobre Inglaterra, Escocia e Irlanda. El imperialismo devolvió este término republicano a la Corona, pues desde 1931 existe la actual Commonwealth, formada hoy por 51 estados de la órbita británica, además de Camerún y Mozambique. Y cuya rectora visible es Isabel II, que incluso reina en alguno de ellos, como Australia. Canadá. Nueva Zelanda. O Jamaica. Recientemente se celebró en Londres la reunión bianual de líderes de esta mancomunidad de naciones, la primera tras el Brexit [29.03.2017]. Aparte del monumental atasco que creó en la capital británica el meeting, se ha intentado desde el gabinete de Theresa May [Partido Conservador] hacer creer que esta coral multirracial que se extiende desde Belice a Tuvalu, pasando por San Vicente y las Granadinas e India, es el mejor sustituto de la UE. De momento, ha sido elegido el Príncipe de Gales [Carlos] como futuro sustituto de la anciana reina [92 años], pues el cargo no es hereditario. Y también se han producido los primeros grandes ingresos, en este caso en las cajas de Harrods, Selfridges, Liberty, Debenhams o Fortnum&Manson, pues sus artículos de joyería, confección prêt-à-porter, perfumería, telefonía y electrónica volaban como en días de rebaja -pese a los elevados precios de la incipiente temporada- entre esposas de mandatarios, ayudantes, secretarias, múltiples séquitos y serviles varios, sin olvidar la extensa gama de souvenirs acerca de la próxima boda real entre Enrique de Gales y su amada princesa Meghan [Markle]. “Una vez por semana, tío Vernon miraba por encima de su periódico y gritaba que Harry necesitaba un corte de pelo. A Harry le habían cortado más veces el pelo que al resto de los niños de su clase todos juntos, pero no servía para nada, pues su pelo seguía creciendo de aquella manera, por todos lados”. [De la serie Cuaderno emérito].
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Cita literaria: Harry Potter y la piedra filosofal, de J.K. Rowling. Ilustración: Retrato de Oliver Cromwell, obra de Charles Lucy.