Segovia es tierra vieja de Castilla. Cruce de caminos. De cañadas trashumantes. De ríos de aguas pulcras. De altas montañas. De campos de trigales. De inviernos fríos. Tierra romana. De monumental acueducto. Impresionante estampa. Como su medievo. De claustros y monasterios. De templos románicos. De historia apretada. En San Miguel, junto a la Plaza Mayor, fue proclamada Isabel como reina de Castilla. En Sotosalbos -entonces Sotis Albis-, en el camino de Soria, el arcipreste de Hita discutió con La Chata, que era vaquera endiablada. Y en Santa María la Real de Nieva, Catalina de Lancaster -la de Enrique el Doliente– ordenó levantar un monasterio para la Orden de Predicadores. En el que está enterrada Blanca I de Navarra, la primera de las tres Blancas que dio ese otro reino. Es Segovia también tierra comunera. De Juan Bravo, que aquí fue regidor. Jefe de milicias. Esposo de judía conversa. Lugar de descanso de Austrias y Borbones. Reyes cazadores. Reyes ilustrados. Que levantaron palacios. Crearon fábricas. Establecieron reales sitios. Valsaín. Riofrío. La Granja. Obra de granito y yerro forjado. De hermosos jardines y fuentes mitológicas. Eolo. Dios del viento. Neptuno. Del mar. Minerva. Diosa de la ciencia. Marte, dios de la guerra. Ceres, de la agricultura. Pegaso, caballo alado. Es igualmente Segovia tierra de buen yantar. De buen vino. De buena lana. De trovadores. Y de poetas. Machado. Amor distante. Prohibido. Cartas a Pilar. En un jardín te he soñado,/ alto, Guiomar, sobre el río,/ jardín de un tiempo cerrado/ con verjas de hierro frio.
Camino de Soria se encuentra Sotosalbos, pueblo escondido. De calles ciegas. De álamos, cedros, y robles. De solemnes piedras. De silencios. Tierra vieja de Castilla. Donde el viajero perdido acude de madrugada. En un paseo imaginario que hubiera querido el poeta. Con su Guiomar, tal vez allí llevada sobre las alas de Pegaso. Para visitar al arcipreste, que fue cantor de estos pagos. Mientras las aves duermen. Y para contemplar en silencio el bestiario fantástico que conforman los capiteles de la galería porticada de la iglesia de San Miguel Arcángel, joya del románico. Donde convergen caballos alados, grifos, aves en combate, dragones y serpientes. Que cohabitan con una ingénua Epifanía al descubierto. En capiteles que sostienen arcos de cuya cornisa sobresalen canecillos. Metopas con bustos labrados en piedra. Guerreros que se combinan con flores. Gremios que recuerdan Silos. Simetría románica de mágica belleza. Torre de tres cuerpos, arco meriodional, arco de Oriente. Porticados de diente de sierra. Bajo la luz de la luna. Donde no sé por qué otra luz artificial permanece encendida. Dando vida a los siglos. A la piedra. Buscando el día en la oscuridad nocturna. En sintonía con el poeta. Un ave insólita canta/ en el almez, dulcemente,/ junto al agua viva y santa,/ toda sed y toda fuente.
San Miguel Árcángel tiene una extraordinaria similitud con San Juan de los Caballeros, templo con galería porticada que se encuentra ubicado en el barrio segoviano de su mismo nombre. Con cornisas cuasi gemelas formadas por arquillos trilobulados. Pero con la diferencia que el de Sotosalbos sigue abierto al culto mientras que el de Segovia es un templo desacralizado desde 1904, año en que lo adquirió el pintor Daniel Zuloaga como vivienda-taller, aprovechando que había sido sacado a la venta tras la desamortización de Mendizábal. De enorme austeridad, alberga hoy día un museo que recoge la obra más regionalista de este artista, tan excelente pintor como ceramista. Que en sus últimos años fue frecuentado por Machado, que residía entonces en Segovia como catedrático de francés de su instituto. Años que anteceden a Guiomar. A la verdadera Pilar. La del amor idealizado. Que no sacralizado. Cuando el poeta se encuentra con otra Castilla. Lejos del Duero. Cerca del Eresma. Siempre entre piedras. Labradas por moriscos. Como espacio de libertad. Que así eran aquellas galerías porticadas. Donde se exigían derechos. Libro del Buen amor, Campos de Castilla. Poeta con poeta. Entre Segovia y Sotosalbos, por el camino que lleva a Soria. Camino de poesía. Camino románico. Camino pagano. De dragones encendidos, de vaqueras endiabladas, de caballo alado, cual Pegaso. Que siempre esperará en La Granja, ventana ilustrada de Castilla. Tierra vieja donde encontró Machado un jardín para escribir a su amada. En ese jardín, Guiomar,/ el mutuo jardín que inventan,/ dos corazones al par/ se funden y complementan (…).