Regreso de madrugada al hotel tras el estreno de La Iliada en el Teatro Romano de Mérida por la compañía griega de Stathis Livhatinos. Impresionante reparto de actores -once hombres y cuatro mujeres- que se expresan en su idioma natal transgrediendo los cánones pero interpretando en clave de teatro puro el poema épico de Homero. En el extramuro teatral el mundo mira a Rusia creyéndola culpable de la tragedia aérea de Ucrania. Y la canciller Merkel apoya al Gobierno español frente a la comedia secesionista catalana, cada vez más vodevil. La tragedia está indisolublemente unida al teatro clásico. Grecia, en suma. Y La Iliada (siglo VIII antes de Cristo) fue escrita para ese presente, pero se ha convertido en una obra de todos los tiempos. Igual que ocurre con este recinto teatral anterior a Trajano, de cuya época es sin embargo su actual frente escénico. El teatro romano de Mérida fue recuperado en 1933 por la II República con Medea interiorizada en el cuerpo, los gestos y la voz de Margarita Xirgú. Y desde entonces es renovado cada temporada estival manteniendo la esencia del teatro clásico en cualquiera de las grandes disciplinas escénicas, entre otras la danza flamenca. Prueba de ello es el reciente éxito de Sara Baras interpretando a Medusa La Guardiana entre estas piedras que hablan. La guerra de Troya conllevó 53 días de combates, pero antes la ciudad había estado sitiada por los aequos durante nueve años. Concluye con la trágica muerte de Héctor, hijo del rey Priamo y contendiente de Aquiles. Pero Homero no quiere que haya ni vencedores ni vencidos. Y concluye su obra reconciliando a Aquiles con el padre de Héctor ante el cadáver de este. Israel, en cambio, no se reconcilia con Gaza. Como tampoco Ucrania con Rusia. Por ese mismo camino transita ahora el nacionalismo catalán, cada vez más desafiante con el resto de España. A la que pretende cadáver, tras amputarla. Cuando accedía al teatro regalaban sin mucho éxito junto al programa de mano el diario Hoy de Badajoz. Lo que también es un tragedia. Desde hace un tiempo hay excedentes de prensa escrita que se regalan para sumar difusión, lo que a mi me parece una barbaridad. Pero mayor barbaridad es comprobar que hay gente que ni regalado quiere un periódico. En la oscuridad de la noche Trajano cabalga en una rotonda de la ciudad. Aquiles se funde en un abrazo con Priamo. Y Héctor descansa para siempre bajo el áurea de los dioses siempre que los drones lo permitan. Solitarias, y silenciosas, se vuelven a quedar las columnas corintias mientras Ceres contempla las estrellas que alumbran de noche a la agricultura. Y Troya toma cuerpo de sueño antes de que nazca el nuevo día. Esta vez sobre el agua quieta del Guadiana.